Astronomía

Los científicos no dan crédito: descubren un planeta gigante que orbita alrededor de una estrella enana

Planeta gigante
Así luciría el planeta gigante TOI-6894b. Foto: University of Warwick/Mark Garlick.

Desde hace décadas, la teoría más aceptada sobre la formación de planetas establece ciertos límites sobre el tipo de cuerpos que pueden formarse alrededor de estrellas de masa reducida. Según este marco teórico, un planeta gigante suele asociarse a estrellas más masivas, capaces de generar discos protoplanetarios lo suficientemente densos para formar estos objetos.

Sin embargo, una nueva observación realizada mediante distintos instrumentos espaciales y terrestres sugiere que esta suposición podría necesitar una revisión. Un equipo de científicos detectó un planeta gigante que orbita una estrella enana roja a una distancia relativamente cercana en términos astronómicos: apenas 241 años luz de la Tierra.

¿Cuál es el planeta gigante que desafía las teorías científicas y por qué es tan relevante?

El objeto descubierto fue denominado TOI-6894b. Se trata de un planeta gigante que gira alrededor de una estrella con sólo el 20% de la masa del Sol. Los hallazgos fueron publicados en la revista Nature Astronomy.

Lo llamativo es que, pese a este entorno tan poco propicio según los modelos tradicionales, el planeta presenta una masa equivalente al 17% de la de Júpiter y un radio incluso mayor que el de Saturno.

La órbita de TOI-6894b es extremadamente cercana a su estrella anfitriona: apenas tres días terrestres por vuelta. La estrella en sí es una enana roja de muy baja masa, lo que contradice directamente la idea de que estos cuerpos celestes carecen del material suficiente para dar origen a planetas gigantes.

El planeta fue identificado mediante el satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite), de la NASA. Su hallazgo fue confirmado a través de observaciones adicionales desde telescopios terrestres, publicados en este artículo.

Dicho todo esto, el sistema TOI-6894 presenta el planeta gigante más grande hallado hasta ahora en órbita de una estrella tan poco masiva.

¿Por qué este planeta gigante replantea teorías ya establecidas en la ciencia?

La principal teoría sobre la formación de planetas gigantes se conoce como modelo de acreción de núcleos. Según este enfoque, un núcleo rocoso se forma primero y, si alcanza la masa crítica, comienza a atraer grandes cantidades de gas desde el disco circundante.

Este modelo implica que las estrellas pequeñas no deberían tener discos con suficiente masa para que este proceso tenga lugar. Por ello, descubrimientos como el de TOI-6894b obligan a considerar alternativas:

  • Acumulación lenta de gas: el planeta pudo haberse formado a lo largo de un periodo muy prolongado, captando gas de manera progresiva.
  • Colapso gravitacional: el disco protoplanetario podría haber sido inusualmente inestable, lo que habría provocado el colapso directo de gas en forma planetaria.

Este tipo de eventos representan casos límite que permiten a los astrofísicos ampliar los márgenes de sus modelos y comprender mejor los mecanismos que operan en la formación de planetas.

¿Podría haber planetas similares en la Vía Láctea?

El hecho de que un planeta gigante haya sido detectado alrededor de una estrella tan pequeña genera un impacto considerable en las proyecciones estadísticas sobre la cantidad total de exoplanetas en la Vía Láctea.

Las enanas rojas, como la estrella de TOI-6894, constituyen la mayoría de las estrellas de la galaxia.

Esto implica que si incluso una fracción de estas estrellas puede albergar planetas similares, el número estimado de gigantes gaseosos podría ser mucho mayor de lo pensado hasta ahora.

Como explicó el astrofísico Daniel Bayliss, de la Universidad de Warwick: «La mayoría de las estrellas en nuestra galaxia son pequeñas, como esta. Por tanto, que se haya detectado un planeta gigante en una de ellas tiene implicaciones importantes sobre cuántos más podría haber».

La comunidad científica ya ha previsto nuevas observaciones para este sistema, incluyendo el uso del telescopio espacial James Webb, que permitirá analizar la atmósfera del planeta y obtener datos precisos sobre su composición. Este análisis podría arrojar luz sobre su proceso de formación.

Tal como señaló Andrés Jordán, investigador de la Universidad Adolfo Ibáñez: «Este sistema representa un desafío importante para los modelos actuales y será un objetivo prioritario para futuras investigaciones».

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