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La necesidad de alimentos sostenibles impulsa nuevas estrategias en la producción acuícola. Entre estas, criar ostras emerge como una alternativa con efectos ambientales inesperados. Este tipo de cultivo no sólo provee proteínas, sino que también interviene directamente en la purificación de ecosistemas costeros.
Investigaciones recientes en Irlanda se centraron en el análisis de ciclo de vida de las ostras. Los resultados sugieren que estas granjas pueden reducir la carga de nutrientes contaminantes y capturar carbono de manera eficiente. Así, la importancia de criar ostras se ha vinculado con la mitigación de impactos de la actividad humana en zonas costeras.
¿Por qué criar ostras reduciría la contaminación del medioambiente?
Según explica el estudio, publicado en la revista Nature, el cultivo de ostras funciona como un filtro biológico. Cada tonelada de ostras cultivadas elimina aproximadamente 3 kg de nitrógeno y 0,35 kg de fósforo del agua. Esto representa una reducción de nutrientes que, de otro modo, contribuirían a la eutrofización y la creación de zonas muertas en mares y ríos.
A nivel nacional, los estudios irlandeses indican que criar ostras podría equivaler a tratar las aguas residuales de más de 10.000 personas al año. La eliminación de estos nutrientes permite que los ecosistemas marinos se mantengan más saludables y favorece la biodiversidad local.
Esto se debe a los siguientes puntos claves:
- Filtración continua: las ostras depuran el agua de manera constante.
- Conversión de nutrientes: transforman residuos en biomasa.
- Impacto positivo: mejoran la calidad del agua en áreas costeras.
¿Cómo hacen las ostras para capturar carbono?
Mientras crecen, las ostras fijan dióxido de carbono (CO₂) en sus conchas, actuando como sumideros de carbono a corto y medio plazo. En las granjas irlandesas, cada tonelada de ostras cultivadas absorbió cerca de 70 kg de carbono. Esto permite compensar gran parte de las emisiones asociadas a su producción.
Si las conchas se reutilizan en agricultura o se devuelven al mar, el carbono permanece almacenado, prolongando el efecto del secuestro.
Comparativamente, la huella de carbono de la proteína de ostra es mucho menor que la de la carne de res o el pollo. Este aspecto convierte a criar ostras en una estrategia eficiente para mitigar emisiones.
Los nutrientes de las ostras y su disponibilidad
Además de sus funciones ambientales, las ostras aportan nutrientes esenciales difíciles de obtener en dietas basadas en plantas. Contienen zinc, vitamina B12 y ácidos grasos omega-3, lo que las posiciona como una fuente de proteínas completa y baja en emisiones.
La disponibilidad del producto ha aumentado gracias a la oferta congelada y en conserva, lo que facilita el acceso durante todo el año. Este desarrollo permite combinar los beneficios ambientales de criar ostras con opciones prácticas para la alimentación urbana y la industria gastronómica.
El impacto socioeconómico que podría tener criar ostras en Europa
El cultivo de ostras también tiene repercusiones en el empleo y la economía local. Una sola granja puede generar entre 15 y 20 puestos de trabajo directos, además de actividad en procesamiento, transporte y equipamiento. Esto resulta especialmente relevante en comunidades costeras afectadas por la reducción de la pesca tradicional.
A pesar de su potencial, la producción europea de moluscos ha disminuido casi un 20% en la última década debido a barreras administrativas y competencia con importaciones.
Países como Irlanda, Francia y Países Bajos mantienen un sector activo, pero aún por debajo de su capacidad histórica. Integrar la valoración de los servicios ecosistémicos en políticas públicas podría incentivar nuevas inversiones y reforzar la sostenibilidad de estas actividades.