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La descomposición de España

Todo tiene un principio y un final. El inicio de lo de Pedro Sánchez lo sabemos, el final no logramos ni siquiera intuirlo. Todo empezó cuando echaron del PSOE a este personaje su propio partido. ¿Qué verían en él Susana Díaz, Patxi López y Armengol, sí, entre otros? Quizás, Susana Díaz acertó de pleno cuando le dijo: «El problema eres tú, Pedro». Es a la que ha fulminado.

Tras ello, Sánchez, con la banda del Peugeot, Ábalos, Santos Cerdán y Koldo, inician un peregrinaje con la firme resolución de hacerse con el poder a toda costa. Primero con las primarias, ya sabemos por algunos socialistas que manipuló las urnas para hacerse con la secretaría general del PSOE, aunque hay que decir que el votante socialista, el que vota socialismo, pase lo que pase, como en otros partidos, ayudó a alcanzar esa meta.

A partir de ahí, llegaron unas elecciones que aun perdiendo, lo dejó en manos de Puigdemont, con el que el PP no estaba dispuesto a rendirlo todo y Sánchez sí. Y lo rindió, pactando con los Bilduetarras, con los comunistas y, por supuesto, los siete votos de la ignominia de Junts a cambio de una vergonzosa amnistía, pero valía la pena porque de lo que se trataba era hacerse con el poder y convertir la democracia en una autocracia. Había que triturar el Estado de Derecho, asaltando las instituciones, atacando a los jueces no afines, manipulando la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, etc. y, por supuesto, enriqueciéndose con una trama de corrupción a todos los niveles, como una organización mafiosa.

Después llegaron el fango y los bulos, pero los que esta cuadrilla ha inventado, porque siempre tiene la culpa la derecha y la ultraderecha. Así vinieron las balas de Marlaska, la navajita de Reyes Maroto, el doble DNI del juez Peinado y, lo último, el ataque a la Guardia Civil, con bomba lapa incluida. Hay que ser muy sinvergüenza y carecer de cualquier escrúpulo profesional y humano, de esos periodistas, como la impresentable Silvia Intxaurrondo y El Plural, para publicar una noticia parcelada de tal manera que el dedo de la ignominia señale a las víctimas y no a los autores de una campaña contra la Guardia Civil que es la que, cumpliendo con su deber, está aflorando todas las corruptelas de un Gobierno que nació de raíz ilegítimo, carente rotundamente de ética y moral política.

Y unido a la corrupción económica, como he señalado, la mayor de las corrupciones políticas que es la amnistía que representa el más grave atentado a la Constitución, pues está perdonando la rebelión, la traición de los enemigos de España que pretendieron y pretenden destruirla. Una amnistía que sólo está motivada para alcanzar y mantenerse en el poder.

Pero en definitiva, en la globalidad de todo, estamos ante el más gravísimo deterioro de la democracia desde su existencia, porque el PSOE, Sánchez, ha trasladado su corrupción privada personal a la corrupción pública y está utilizando el Gobierno y las leyes como un instrumento para asegurar esa corrupción política y económica, cuando se hace política sin el más mínimo concepto de la ética y la moral y todo supeditado al poder por el poder. La desintegración del sistema constitucional es lo que buscan el sanchismo, los nacionalismos y otros elementos, en esta guerra permanente contra el régimen del 78, que a la postre es la hoja de ruta y el final de aquella con incalculables consecuencias.

«Me preocupa que España es un país que ha perdido su sentido y su razón de ser. Las naciones, en términos históricos, se hacen sobre convicciones comunes y, cuando se rompen, el proceso de descomposición es natural. España ha entrado en ese proceso hace bastante tiempo y los síntomas son cada vez más graves»(Juan Manuel de Prada).