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Restaurantes

Hasta dos semanas de lista de espera: el restaurante del barrio de Salamanca donde todo cuesta 10 euros

En pleno barrio de Salamanca, la Café Villalar, ofrece un menú completo por poco más de 10 euros

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En plena milla de oro madrileña, donde las boutiques de lujo y los restaurantes que cuentan con cartas de precios elevada,  marcan la norma, sobrevive (o más bien, resiste con éxito) un restaurante de esas de toda la vida, que parece escapado de otro tiempo. Y es que entre los escaparates impecables del barrio de Salamanca, donde un café con leche puede rozar los cinco euros, hay un bar de los de siempre donde el menú del día cuesta apenas 10,50 euros. Y no, no es un error tipográfico. Es algo real, que todavía podemos encontrar y que ya provoca el que muchos quieran probar su comida.

La Cafetería Villalar es un fenómeno que se cuenta más por el boca a boca que por campañas en redes sociales. Se encuentra en una de las zonas más exclusivas de Madrid, pero sus precios podrían competir con cualquier menú de barrio obrero o de hecho, con lo que nos costaba el menú en la mayoría de los restaurantes hace una década. Lo sorprendente no es sólo su ubicación, sino que en una ciudad donde el menú del día ha ido desapareciendo o inflándose hasta cifras impronunciables, aquí siga vivo, completo y, además, sabroso. Con una clientela que va desde trabajadores del entorno hasta estudiantes, pasando por abogados de bufete y algún que otro curioso que ha escuchado el rumor, la Villalar ha conseguido lo que parecía imposible: tener lista de espera entre semana para comer por apenas 10 euros. A veces hasta dos semanas de antelación. Y es que, como todo en la vida, el verdadero lujo no siempre está en lo caro, sino en lo auténtico.

El restaurante del barrio de Salamanca con un menú de 10 euros

De los más de 150 bares y restaurantes que conviven en la zona más representativa del barrio de Salamanca, ninguno ofrece un menú tan ajustado en precio como el que podemos encontrar en el modesto Café Villalar. A cambio de 10,50 euros, los comensales disfrutan de un primero, un segundo, postre, bebida y pan. Un menú completo y sin trampa, elaborado cada día con platos tradicionales: desde una pasta carbonara o una menestra de verduras hasta un lomo a la plancha o pescado frito. Y si se quiere algo más contundente, también existe un menú ligeramente superior (12,50 euros) que incluye opciones como entrecot o cachopo. La variedad es constante, ya que además el menú cambia todos los días, y todas las semanas, la calidad se mantiene y, quizás lo más importante, el trato es siempre cercano. Ese es el secreto del éxito para que en plena era de las redes sociales, este restaurante o bar, esté en boca de todos y muchos ya se apunten a su lista de espera.

El bar que pasó de la realeza a los currantes

Pocos pueden decir que han servido al Rey Juan Carlos I y, años después, haber mantenido su esencia sin caer en la trampa del elitismo. La Cafetería Villalar lo ha conseguido. Entre sus mesas, dicen, solía sentarse Gabriel García Márquez. También Ramón Mendoza fue cliente habitual. Pero lejos de vivir de esas anécdotas del pasado, el bar ha sabido adaptarse, transformarse y sobrevivir.  Hoy, lo que llena el local no son los nombres ilustres, sino el bullicio de cada mediodía, las charlas entre platos y el ir y venir incesante de quienes buscan comer bien sin necesidad de tener que pagar de más. Lo que en otros lugares sería un simple bar de barrio, aquí se convierte en una especie de oasis cotidiano para quienes se mueven por una de las zonas más caras de España.

De lunes a sábado, el ritual se repite

Pero no sólo el menú de mediodía destaca por la calidad y lo económico. En este restaurante del barrio de Salamanca, abren temprano  y los desayunos cuestan una media de 2,50 euros. Así a las siete y media ya están listos para recibir a los primeros madrugadores, y no paran hasta bien entrada la tarde. De lunes a viernes funcionan hasta las cinco y los sábados hasta las dos. Lo que ocurre en esas horas es un no parar de gente que entra para tomar su café y churros, o de aquellos que comen temprano o los que esperan para que les den su mesa.  Daniel, al frente del negocio que su padre arrendó hace años, se mueve como pez en el agua entre comandas, saludos y bromas con los clientes de siempre. Recuerda qué toma cada uno, anticipa pedidos y puede atender hasta cuatro personas a la vez sin perder el ritmo. Esa eficiencia, sumada al buen hacer en cocina y a los precios de otra década, convierte a la Villalar en un fenómeno raro en estos tiempos.

En una ciudad donde comer por menos de 15 euros ya parece un recuerdo lejano, la Cafetería Villalar no solo resiste: triunfa. Y no lo hace por nostalgia, sino porque ha encontrado la fórmula perfecta entre precio, calidad y autenticidad. En el barrio donde todo es lujo, lo más valioso parece ser, precisamente, lo más sencillo.