Carlos Jover: «‘Agujeros negros’ contiene mucho bagaje autobiográfico y pensamiento mágico»
El escritor y crítico de arte Carlos Jover presenta este miércoles su último libro en el hotel Brondo de Palma
"En esta obra recojo 12 lugares que han ejercido sobre mí la atracción y repulsión propias de un agujero negro"
Acaba de salir a la venta hace escasas semanas Agujeros negros (Sloper, 2022), el último libro del escritor y crítico de arte Carlos Jover, que será presentado este miércoles 9 de noviembre en el hotel Brondo de Palma. Aprovechando esta circunstancia, preguntamos al colaborador de OKBALEARES todos los detalles en torno a esta publicación y a sus proyectos.
Pregunta.- El año pasado publicó dos poemarios, Viento de cola y Estado de excepción permanente, y en cambio en este 2022 se ha enfocado en la prosa con el libro Agujeros negros y el de ensayo de crítica de arte 6 (seis) años con Marcelo Víquez, que publicó hace unos meses. ¿A qué se debe este cambio desde la poesía a la prosa?
Respuesta.- De la misma manera que leo distintos libros de géneros diferentes en paralelo, también escribo así. Y es que no se está en condiciones de leer poesía en cualquier circunstancia, y mucho menos de escribirla, por ejemplo. Pasa lo mismo con la crítica de arte o la narrativa, que requieren una inmersión particular y muy determinada, cada una en su caso. Pero sobre todo en poesía hace falta, para escribirla, estar en un trance casi místico. Yo escribí Estado de excepción permanente, que es un poema largo y único, en una especie de duermevela obsesiva, que seguramente había sido fraguada en el tiempo del confinamiento de la pandemia. Ahora publico otros trabajos que también se fueron desarrollando en el mismo período, pero con otros mimbres. Y hay más en la recámara, pero los editores me dicen que se debe dosificar su puesta de largo por cuestiones de estrategia editorial.
P.- Cualquiera diría que le persigue un galgo.
R.- Ese galgo debe ser negro y funesto y ya sabemos a qué viene, claro. De todos modos, como buena parte de mi vida, por circunstancias que aquí no vienen a cuento, he tenido que dedicar muchas energías a otros menesteres, digamos que ahora estoy intentado recuperar el tiempo perdido.
P.- ¿Se refiere a su faceta como ingeniero de caminos?
R.- Sí, claro, aunque he desempeñado otros roles, como editor, guionista de tira cómica durante años en la edición de Baleares de EL MUNDO… En fin, que tenía ganas de dedicarme íntegramente a escribir, era una verdadera obsesión. Y parece que por fin lo puedo hacer ahora. Esta etapa realmente empezó en 2010 con la publicación de la novela El espíritu de cristal, aunque en ese tiempo todavía no había colgado las botas de ingeniero.
P.- Juan Benet, ilustre escritor, también era ingeniero de caminos.
R.- En efecto y de hecho siempre ha sido para mí un ejemplo a seguir. Él, como técnico, apreciaba justamente aquello que escapaba a todo análisis lógico y científico, como es el arte y la literatura de verdad. Un libro que tengo ahora mismo también en proceso de maquetación con una editorial madrileña, Incursiones en territorio hostil, que saldrá en febrero del año que viene, se basa en algo que practicaba Benet: escribir sin recetas ni fórmulas previas (eso lo dejaba para el cálculo de puentes), enfrentándose a la página en blanco a pecho descubierto. El título del libro viene a recoger el espíritu de esta forma de proceder, pues el territorio hostil es la página en blanco. Está compuesto por 50 microrrelatos y reflexiones elaborados sin planteamiento previo, pugnando con el territorio hostil, ya digo, de la página en blanco.
P.- ¿Cómo surge Agujeros negros? ¿Cuál es su planteamiento?
R.- Cada uno de mis libros responde a un proyecto concreto. No sé si los demás escritores lo hacen así, aunque supongo que también, pero yo siempre me planteo un reto o un propósito, y el libro se materializa en esa dirección. En Agujeros negros pretendo recoger los 12 lugares (muchos son lugares del alma) que han ejercido sobre mí la atracción y al mismo tiempo la repulsión que es propia de un agujero negro, que como se sabe está rodeado de lo que se denomina horizonte de sucesos, una línea (o superficie, para ser más precisos) que supone un punto de no retorno para todo lo que la cruza; de ahí esa repulsión de cautela, y por otra parte, una vez traspasada, la irrefrenable energía de atracción hacia el punto central de imposible huida. El libro contiene mucho bagaje autobiográfico, así como reflexiones de paseante al estilo de las de W.G. Sebald en Los anillos de Saturno, que ha sido un modelo para mí. Incluye, como en el caso de Sebald, fotografías en blanco y negro que ilustran el texto.
P.- Por lo que dice se trata de 12 narraciones que no son exactamente relatos, aunque tampoco serían capítulos de un dietario. ¿A qué género pertenece el libro?
R.- La verdad es que no creo que pueda asignársele uno convencional. Es cierto que hay mucha confesión en sus páginas, lo que me hace gracia ya que supone una incursión en un terreno que en los tiempos actuales parece reservado a la literatura femenina, pero no se reduce a eso. Es más, lo confesional se desarrolla, en mi opinión, desde una perspectiva muy particular, casi siempre contemplando el mundo, la realidad y la vida desde parámetros cercanos al pensamiento mágico, que es el foco que yo empleo para la mayor parte de las reflexiones vitales, como sabe cualquiera que me conoce.
P.- ¿Pensamiento mágico? ¿Puede poner un ejemplo?
R.- El libro está lleno. También recogí algunos en un volumen anterior, esta vez sí de relatos, Durmiendo en Gotham. Ese libro se anunciaba, por cierto, como compendio de relatos de terror autobiográfico. Un ejemplo: el tuareg, que es como entiendo que se explica el avinagramiento de carácter en alguno de los miembros de mi familia. Se ha dado ya en varias ocasiones y pienso que ese espíritu ocupante, el tuareg (se llama así porque el primer caso estudiado pertenecía a ese pueblo), un ser que requiere de otro cuerpo para vivir, se desplaza de uno a otro, en el caso de mi familia siempre hasta ahora en mujeres, abandonándolo en el fallecimiento. Lo detecté a la muerte de mi abuela, cuya fisonomía cambió más allá de lo que el rigor mortis puede explicar, y pasó a mi madre; luego a una tía de Madrid, etc. La detección del tuareg en distintos casos y sus manifestaciones desorbitadas se relatan en el libro, entre otras muchas cosas.
P.- Pero leyendo el índice, Estrómboli, Tierra del Fuego, la playa de Karekare en Nueva Zelanda… parece que también podría tratarse de un libro de viajes.
R.- Sí, claro, también, porque los agujeros negros que he ido descubriendo en mi experiencia particular no están concentrados en un solo territorio, como podría ser la Mallorca donde nací y vivo. La isla tiene, por cierto, también su capítulo, el último, pero creo que ganado con mérito propio. De hecho, hay quien ha leído el libro y me ha dicho que esperaba más turbulencia y morbosidad en ese capítulo, que recoge de forma un tanto sesgada su condición de agujero negro. Pero es que de otro modo no hubiera acabado nunca el libro. El recorrido por los otros capítulos viene a ser, es verdad, un relato viajero, aunque no se reduce a eso. Creo que contiene también mucha poesía, meditaciones paisajísticas y culturales, incursiones anecdóticas… y, naturalmente, pensamiento mágico.
P.- El libro lo publica la editorial mallorquina Sloper, como muchos otros suyos anteriores.
R.- Sí, es un privilegio que exista en la isla una editorial tan dinámica y de tanta calidad como Sloper, algo que debemos a una sola persona, su editor, Román Piña. La editorial ha cumplido este año sus primeros 15 publicando una veintena de títulos sólo en 2022, algo extraordinario para una pequeña editorial. Yo estoy muy agradecido a Román, que además es amigo, porque gracias a él la mayor parte de mis libros, muchos de ellos poco convencionales como he ido diciendo, han podido ver la luz.
P.- ¿Tiene entre manos nuevos proyectos literarios?
R.- Pues sí, claro. Como comentábamos al principio de esta entrevista, escribo en paralelo distintos proyectos. Además del volumen de microrrelatos Incursiones en territorio hostil, que saldrá en febrero del año que viene, tengo en marcha un poemario sobre un cuaderno de dibujos del artista Vicenç Ochoa (otros tres escritores, dos en lengua catalana y el otro en castellano como yo, están a la vez escribiendo los suyos, con la idea de publicar los cuatro poemarios al mismo tiempo, con una exposición de las obras). También estoy con otro libro de artista, al estilo de los anteriores, dos libros de relatos (uno de ellos prácticamente acabado) y varios proyectos de novelas a medio escribir, en concreto cuatro, y que espero terminar en los dos próximos años, aunque para éstas sí que creo que deberé concentrarme en cada una de manera total. Ya veremos.
P.- Muchas gracias por su tiempo y mucha suerte con la presentación de Agujeros negros y con la venta del libro.
R.- Muchas gracias a vosotros por haberme invitado a comentar el libro. No suele ser muy habitual que eso ocurra, pues ya se sabe que, como dice el refrán, nadie es profeta en su tierra.
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