Lendoiro: «La Superliga de Florentino necesita del consenso»

El fútbol tendrá que proclamar a Florentino Pérez como el libertador, el hombre que liberó al fútbol europeo de la opresora UEFA

Es difícil vaticinar cuál será el futuro de la competición estrella del fútbol europeo, pero presentaré mi propuesta

Lendoiro
Augusto César Lendoiro. (@rcdeportivo.es)

Estaba tan cantado el fallo del Tribunal de justicia de la Unión Europea que deja de tener mérito que el 26 de abril de 2021, unos días después de su presentación en El Chiringuito, abriese mi artículo «La bisoña Superliga sufre la tiranía de la UEFA y la hipocresía de la Liga», con esta sentencia: «En plena vorágine de opiniones sobre la Superliga, adelanto mi titular: La historia se repite, pero el futuro es irreversible, organizarán los clubs».

Mi planteamiento era muy sencillo: la patronal europea de clubs debía tener ante la UEFA, al menos, los mismos derechos que la patronal española -la Liga- tiene ante la RFEF.

Entonces, ¿cómo la Liga, que había nacido 50 años antes para recuperar unas competencias que la RFEF le había usurpado a los clubs, atacaba a los que ahora pretendían rescatar esas mismas competencias que UEFA les había expropiado a nivel europeo?

Todo hacía pensar que el TJEU iba a acabar con el monopolio de UEFA y devolver los derechos a los clubs, como ha hecho, pero ¿y ahora qué? Es difícil vaticinar cuál será el futuro de la competición estrella del fútbol europeo, pero presentaré mi propuesta.

Antes tengo que felicitar, por el enorme éxito que supone haber acabado con el monopolio de UEFA, a dos personas entrañables, rivales en su momento, pero siempre grandes amigos: Florentino Pérez, el líder del proyecto, y Joan Laporta, su firme apoyo.

No era de recibo que, en un mundo donde impera el estado de derecho, a los clubs se les prohibiese criticar a los estamentos futbolísticos y hasta acudir a los tribunales ordinarios, cosa que yo puedo certificar porque he sido inhabilitado, como presidente, 18 meses por recurrir el Deportivo a la justicia.

El fútbol tendrá que proclamar a Florentino Pérez como el libertador, el hombre que liberó al fútbol europeo de la opresora UEFA. Eso nadie se lo va a poder negar, ni siquiera sus recalcitrantes enemigos. «Ya nunca el fútbol volverá a ser como antes. Va a ser libre», ha dicho. Y eso no tiene precio.

Acabar con la tiranía de UEFA, tenía que haber sido el principal objetivo de todos los clubs, pero no. Volvió a producirse en 2021, lo que ya había ocurrido en 1955, con ocasión del nacimiento de la Copa de Europa. En ambos casos, el simple aviso de UEFA de imponer durísimas sanciones, hizo que los clubs, atemorizados, se volviesen atrás de los acuerdos ya firmados. Habían pasado más de 65 años, pero los métodos utilizados por UEFA seguían siendo los mismos.

Por eso creo que el éxito de acabar con la tiranía de UEFA y romper con su monopolio, es lo único trascendente. Todo lo demás me parece muy secundario, por lo que, si yo fuese Florentino, no entraría en el baile de concretar los detalles.

Es propiciar un debate que solo le interesa al perdedor, que encuentra cobijo en cuestiones como si no es idóneo el sistema de clasificación de los clubs; si los árbitros darán la espalda a UEFA; si será posible la gratuidad de TV, si los clubs podrán percibir esas espectaculares cantidades o si los jugadores se opondrán a disputar tantos encuentros.

Lo único cierto es que, por primera vez en la historia, los clubs son dueños de su futuro y por eso se hace imprescindible el consenso, aunque sea muy difícil conseguirlo. Caminamos hacia una Superchampions, que sería el fruto de las concesiones de patronal y UEFA para poder llegar a un entendimiento. La alternativa al consenso sería el peregrinar años y años por los tribunales de España y de Europa, en busca de una sentencia firme.

Disfrutemos con elegancia de la victoria en el trascendental encuentro disputado en el tribunal europeo, y, como decía la canción de los 60, «olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor». Que las cuestiones intrascendentes, de segundo nivel, no se conviertan en el árbol que nos impida ver el bosque nuevo que se nos ofrece.

El suculento botín permite que todos puedan decir, como los políticos tras unas elecciones, que han ganado. La solución pasa por fijar un criterio similar al que hace medio siglo hizo felices a los clubs al conseguir, mediante las ligas, ser independientes de sus federaciones nacionales.

La patronal pasaría a organizar la competición, vendería los derechos de la misma y fijaría el sistema de reparto entre los participantes. La UEFA mantendría sus competencias, como ocurre con la RFEF, en materia de árbitros, comités… y percibiría un tanto por ciento de los ingresos. Una cantidad que le permitiría hacer frente a la solidaridad con clubes no participantes y federaciones; cubrir los gastos de arbitrajes, comités… y percibir el canon que le correspondiese por sus derechos en la organización del evento.

El consenso debe rubricar el gran éxito inicial de Florentino. El mundo del fútbol está tan ávido de acuerdos, como harto de la crispación entre sus dirigentes. Es la hora de tender puentes. La especialidad del ingeniero Pérez. Ojalá acierte.

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