Los vecinos de Castro Urdiales escucharon golpes y gritos pero pensaron que era «una bronca más»
Encuentran el arma del crimen y la ropa ensangrentada de los menores de Castro Urdiales en la basura
Los menores se deshicieron del teléfono móvil con el que intentaron simular un secuestro
OKDIARIO accede a las declaraciones de los testigos principales del crimen de los menores de Castro Urdiales: los vecinos escucharon cómo se cometió el asesinato pero no le dieron importancia. Pensaron que se trataba de una bronca más entre Silvia y sus hijos a causa de las notas. Otros testigos han confirmado a la Guardia Civil que la madre educaba a los menores de Castro Urdiales de forma muy estricta e incluso se quejaban de castigos físicos y abusos verbales.
Tras reunir en un tiempo récord todas las pruebas necesarias para inculpar a los menores de Castro Urdiales del asesinato de su madre, a los investigadores sólo les queda averiguar qué fue lo que precipitó el crimen.
Los menores ya dieron una versión de los hechos de forma espontánea a la Guardia Civil cuando les detuvo la madrugada de este jueves escondidos en una cabaña del Parque Cotolino. Los hermanos contaron a los investigadores que su madre intentó agredirles en la cocina durante una riña por las malas notas y en la refriega la apuñalaron en multitud de ocasiones. Una de las cuchilladas en la nuca fue la que mató a su madre.
La reconstrucción del caso
Los hechos tuvieron lugar el miércoles tras el regreso del colegio. La única duda en todo el relato del crimen es la hora del asesinato. Los forenses se inclinan en que fue alrededor de las 19:00 horas. Los investigadores creen que fue un poco antes.
Los guardias se inclinan por que el crimen tuvo lugar justo después de la vuelta del colegio, apoyándose en las declaraciones de los vecinos que escucharon el momento del crimen y no le dieron importancia. La Guardia Civil también tiene en cuenta el tiempo que los menores invirtieron en intentar borrar todas las pruebas antes de salir de casa.
Sea como sea, el asesinato tuvo lugar en la cocina de la vivienda y se ejecutó con un cuchillo de cocina que los menores lavaron y escondieron entre el resto de cuchillos de la casa, pero ya está en poder de la Guardia Civil.
Ropa ensangrentada en la basura
Gracias al trabajo de la Policía Judicial y de los especialistas de Criminalística, la Guardia Civil sabe que, tras el crimen, los menores se quitaron toda la ropa manchada de sangre y desnudaron el cuerpo de su madre. La ataron de pies y manos para poder bajarla dos pisos hasta el garaje y depositaron el cuerpo en los asientos de atrás del vehículo.
Los guardias creen que no intentaron mover el coche, sólo querían fingir que alguien les había intentado secuestrar, matando a la madre en el intento.
Los guardias saben todo esto porque, a pesar de que los niños limpiaron toda la casa, descubrieron con facilidad las huellas del lugar del apuñalamiento y el rastro que dejaron al transportar el cadáver. También las bolsas de basura que, una vez muerta, le pusieron a su madre en la cabeza para intentar evitar más manchas de sangre en la casa y el coche.
Luego recogieron gran parte de la ropa y los efectos del crimen y los arrojaron a un contenedor de basura delante de su misma casa. Allí ha encontrado todo la Guardia Civil.
Se deshacen del móvil de la madre
Antes de marcharse, los menores de Castro Urdiales hicieron una mochila y se llevaron el teléfono móvil de su madre. Se fueron camino del Parque Cotolino, donde les llevaban sus abuelos cuando eran pequeños, a un kilómetro a pie de su casa.
En el camino, y ante la insistencia de su abuela, cogieron la llamada entrante al teléfono de su madre. Le dijeron que les habían «secuestrado» y que a su madre «le había pasado algo malo», se deshicieron del teléfono para evitar que los localizaran y siguieron su camino hasta esconderse en una cabaña del parque.
Entre tanto, los guardias se lanzaron a buscar a los niños e informaron al padre que volvía, ajeno a todo, desde su trabajo en Bilbao.
Admitieron todos los pasos del crimen
La Guardia Civil no tardó mucho en encontrarlos. Uno de ellos intentó huir pero fue capturado. Los menores admitieron el crimen ante la Guardia Civil de forma espontánea, llegaron a admitir todos los pasos del crimen y contaron su versión de que su madre les maltrataba y esa misma tarde volvió a hacerlo. Luego callaron.
Con todas las pruebas del crimen en sus manos, incluida el arma y la ropa de los autores, y tras entregar a los detenidos a la Fiscalía de Menores, los guardias se han centrado en los testigos.
Los vecinos y compañeros del colegio mantienen que los menores recibían una educación muy estricta e incluso se quejaban de castigos físicos y humillaciones. Sin embargo, no hay una sola denuncia de maltrato en el ámbito familiar.
La investigación sigue ya su curso a la espera de los resultados de la multitud de vestigios biológicos y de pruebas que se han recogido en la escena del crimen. En cuanto a los menores de Castro Urdiales, el pequeño de 13 años ya está en un centro tutelado y la Fiscalía ha pedido el internamiento en un centro cerrado del que tiene 15 años durante un periodo de seis meses hasta que se cierre definitivamente el caso.
Un asunto que irá más bien lento, ya que se trata de los mismos investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Cantabria que también resolvieron en un tiempo récord el crimen de la estación de tren de Boo de Piélagos, y deben ultimar las diligencia de ambos casos a la vez.