Crisis del coronavirus

Vivir sepultados por una lona durante el estado de alarma: «Es una sensación de claustrofobia asfixiante»

Vivir sepultados por una lona durante el estado de alarma: «Es una sensación de claustrofobia asfixiante»
Imagen desde el interior de una de las viviendas.

Es la situación que sufren una treintena de vecinos de “El Rastro” de Madrid, en el número 1 de la calle Maldonadas. Una inmensa lona publicitaria de cinco plantas de alto cubre una fachada entera del edificio cegando por completo a los vecinos de 10 viviendas. En su casa siempre es  de noche hasta el punto de que algunos de los más afortunados se deslumbran y desorientan por la luz cuando salen 20 minutos a pasear al perro.

La historia arrancó a principios del año cuando firmaron un contrato con una marca publicitaria. Ésta, a cambio de cubrir la fachada por completo con una lona, pagaba un buen dinero a la comunidad de vecinos para sufragar las obras de remozado del edificio. “Parecía un buen plan pero jamás lo habría aceptado de saber que íbamos a permanecer bajo la lona 24 horas al día durante semanas” apostilla Iker uno de los vecinos.

El asunto es que el contrato venció el pasado 31 de marzo, entonces la empresa debía haber retirado la lona para que la luz entrara en los domicilios de los afectados. Sin embargo, las últimas restricciones del estado de alarma decretado por la pandemia de coronavirus, no consideran un trabajo esencial la retirada de la sofocante lona que sepulta a diez familias. “Es una sensación de claustrofobia asfixiante”, relatan. “Cuando se podía salir a la calle se soportaba perfectamente pero desde que comenzó el confinamiento nos afecta profundamente”.

En el Ayuntamiento les dijeron que recogieran firmas para presentar una denuncia que pusiera fin a la oscuridad de sus domicilios pero pensaron que ya quedaba poco para la finalización del contrato del día 31 de marzo y no lo hicieron. “Por si fuera poco, tras pasar casi tres semanas de confinamiento bajo la lona sin protestar pensando que el 31 de marzo nos quitaban la lona, ahora llevamos una semana más de lo que habían firmado por contrato” puntualiza Iker. Siete días más de tortura que se prolongarán a 14 si nadie hace nada durante las fechas de Semana Santa, algo bastante improbable.

Para empeorar la situación, la lona ha dividido en dos bandos a los vecinos. Así lo explica Íker: “Los afectados no nos opusimos cuando se propuso en la junta el contrato de la lona, sin embargo ahora el presidente y otros no mueven un dedo por nosotros que somos la mitad de los vecinos”. A pesar de todo confían en que todo se arreglará durante la Semana Santa, entre tanto cada uno de ellos aprovecha en su piso la hora de la mañana en la que durante 60 minutos la luz filtrada se cuela por un lateral de la lona e ilumina tímidamente un pequeño rincón del piso.

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