Santoral

¿Qué santos se celebran hoy, sábado 5 de julio de 2025?

santos 5 julio
Santa Zoe de Roma.
Blanca Espada

¿Qué santos se celebran hoy, sábado 5 de julio de 2025? En este día, la Iglesia Católica recuerda a tres figuras destacadas que vivieron en épocas muy diferentes, pero con algo esencial en común: su firmeza espiritual, incluso ante el sufrimiento y la muerte. Hoy se celebra a Santa Zoé de Roma, San Atanasio de Jerusalén y San Atanasio de Athos, tres nombres que pueden resultar poco conocidos, pero cuyas historias siguen conmoviendo por su entrega, valentía y profundidad.

La historia de los santos no siempre está escrita con exactitud. A veces se mezcla con la leyenda, otras veces se ha perdido entre documentos olvidados o reconstrucciones tardías. Pero más allá de los detalles históricos, lo que permanece es el mensaje que dejaron. Ellos representan, cada uno a su modo, la resistencia de la fe frente a la violencia, el poder político o la herejía, y también la búsqueda sincera de Dios en la soledad o en la comunidad. A continuación, os explicamos la historia de estos tres santos al detalle, además de enumeraros al resto de santos.

Santa Zoe de Roma

La vida de Santa Zoé de Roma está envuelta en la historia de la persecución cristiana bajo el imperio de Diocleciano. Su figura aparece en las actas del martirio de San Sebastián, donde se la presenta como esposa de Nicostrato, un funcionario romano. Lo sorprendente de su historia es que llevaba seis años muda cuando conoció a Sebastián y a los hermanos mártires Marcos y Marceliano. Fue justo en ese momento, al recibir la señal de la cruz de manos de Sebastián, cuando recuperó milagrosamente el habla, y sus primeras palabras fueron para glorificar a Cristo.

A partir de entonces, Zoé se convirtió al cristianismo junto a su esposo, y ambos dedicaron su vida a la oración y al cuidado de los cristianos perseguidos. Su fe la llevó a desobedecer los mandatos de Roma: fue arrestada mientras rezaba ante la tumba de San Pedro y se negó a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Su respuesta al tribunal fue firme, valiente y cargada de ironía, dejando claro que su verdadera victoria era la fe que llevaba “en la frente”. Finalmente, fue condenada a morir asfixiada por el humo de una hoguera encendida con excrementos, una ejecución brutal que revela la saña con que eran tratados los cristianos en aquellos tiempos. Su cuerpo fue arrojado al río Tíber, para impedir su veneración.

Aunque no hay certeza absoluta sobre los detalles de su vida (e incluso algunos estudiosos dudan de su existencia histórica) la Iglesia la reconoce como mártir y santa. Su figura nos habla del poder transformador de la fe, incluso en medio de un mundo hostil.

San Atanasio de Jerusalén

En pleno siglo V, las luchas doctrinales dividían a la Iglesia. Uno de los conflictos más graves surgió tras el Concilio de Calcedonia (451), que defendía la doctrina de que Cristo tiene dos naturalezas, divina y humana. Esta afirmación fue rechazada por los eutiquianos, seguidores del monje Eutiquio, quienes creían que en Cristo solo existía la naturaleza divina. En medio de esta controversia apareció San Atanasio de Jerusalén, diácono de la iglesia del Santo Sepulcro, quien defendió con firmeza las conclusiones del concilio.

Atanasio no fue un hombre que se dejara intimidar. Denunció públicamente a Teodosio, el monje que había suplantado al obispo Juvenal de Jerusalén y lideraba la rebelión contra Calcedonia. Su defensa de la ortodoxia y la unidad de la Iglesia le costó la vida: fue decapitado por orden o acción directa de Teodosio, convirtiéndose así en mártir.

San Atanasio de Athos

Más de cinco siglos después, otro Atanasio marcaría profundamente la historia espiritual del cristianismo oriental. Nacido como Abraham en Trebisonda alrededor del año 920, San Atanasio de Athos fue un joven brillante que lo tenía todo para triunfar en la vida secular: estudios en Constantinopla, una carrera como profesor, vínculos con la aristocracia. Pero eligió otro camino. Influenciado por el abad Miguel Maleinos, se retiró a una vida de oración, silencio y trabajo manual, abrazando la vida monástica con convicción.

Su encuentro con el emperador Nicéforo II fue decisivo. Juntos emprendieron la fundación del primer gran monasterio del Monte Athos: la Gran Laura, inaugurada en el año 963. Este lugar no solo se convirtió en un refugio para los eremitas, sino también en el modelo del monacato ortodoxo, que desde entonces mezcla la vida solitaria con actividades comunitarias. Atanasio redactó una regla monástica (typikon) que marcó el rumbo espiritual de cientos de monjes y sigue vigente hasta hoy en muchas comunidades del Monte Athos.

A pesar de los conflictos internos y su deseo inicial de retirarse a Chipre, una visión lo hizo regresar y asumir el liderazgo. Fue un abad trabajador, que no sólo dirigía con sabiduría, sino que construía físicamente los edificios, ladrillo a ladrillo. Murió en 1003 cuando la bóveda de una iglesia que estaba edificando se desplomó sobre él y otros cinco monjes. Su muerte, tan humilde y práctica como su vida, lo convirtió en un símbolo de la entrega absoluta a la vocación.

Santos que se celebran el 5 julio

Junto a los mencionados, en este día se celebra a:

  • San Esteban de Nicea, obispo y mártir
  • Santa Ciprila de Cirene, mártir
  • San Domicio el Médico, eremita armenio
  • Santa Marta de Siria, madre de San Simeón Estilita el Joven
  • San Antonio María Zaccaría, presbítero y fundador
  • San Agatón de Sicilia
  • San Numeriano de Tréveris
  • Santo Tomás de Terreto
  • Santa Trifina de Sicilia
  • Santa Zoe de Roma, mártir.

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