¿Qué santos se celebran hoy, domingo 20 de abril de 2025?
En este día celebramos el Domingo de Pascua también llamado, Domingo de Resurrección
¿Qué santos se celebran hoy, domingo 20 de abril de 2025? El calendario litúrgico de hoy no es uno cualquiera: este domingo coincide con una de las fechas más importantes del cristianismo, el Domingo de Pascua. Es el día en el que los creyentes celebran la Resurrección de Jesucristo, la victoria de la vida sobre la muerte, la luz que vence a las tinieblas. Un momento de alegría, reflexión y renovación espiritual que da sentido a toda la Semana Santa. Pero además de este acontecimiento central, la Iglesia también recuerda hoy a dos figuras destacadas de su historia: Santa Inés de Montepulciano y el papa San Aniceto.
Ambos representan, desde diferentes lugares y épocas, el testimonio firme de la fe, la entrega a los demás y la coherencia de vida. La primera, una joven abadesa dominica que brilló por su sabiduría, su humildad y su capacidad para guiar comunidades religiosas con apenas quince años. El segundo, un papa de los primeros siglos del cristianismo que supo afrontar divisiones internas y mantenerse firme ante las persecuciones romanas. Dos caminos distintos que hoy se encuentran en el santoral para ofrecernos inspiración. El Domingo de Pascua no anula el resto de celebraciones, sino que las envuelve de un simbolismo especial. A continuación, repasamos quiénes fueron Santa Inés de Montepulciano y San Aniceto, sus historias de fe y por qué se les recuerda justo hoy, 20 de abril.
Santa Inés de Montepulciano
En una época en la que pocas mujeres tenían voz pública, Inés Segni, nacida el 28 de enero de 1268 en Gracciano, supo encontrar su lugar en el mundo a través de la espiritualidad y el liderazgo. Desde niña mostró una inclinación especial por la vida religiosa y fue confiada a las Hermanas de Saco en Montepulciano, una comunidad conocida por su austeridad. Lo que parecía una elección familiar temprana se convirtió en el inicio de una trayectoria que marcaría profundamente a la orden dominica.
A los 15 años, Inés ingresó en una nueva comunidad cercana a Orvieto y, pese a su juventud, fue nombrada madre abadesa por sus compañeras. Esa elección no fue casual: sus virtudes, su templanza y su profunda vida interior eran ya reconocidas. Años más tarde, en 1306, regresó a Montepulciano con la firme intención de fundar un convento. Lo consiguió, y además lo hizo a través de un esfuerzo conjunto entre ricos y pobres de la zona. Inés logró levantar un oratorio dedicado a la Virgen María, que años después se ampliaría con el apoyo de la comunidad.
Falleció el 20 de abril de 1317 a los 49 años, tras haber pasado los últimos años de su vida entregada por completo al convento y a sus hermanas. Su cuerpo reposa en el mismo lugar donde ejerció como priora, y su fama de santidad se extendió rápidamente. Santa Catalina de Siena fue una de sus mayores admiradoras, y fue gracias a la biografía del beato Raimundo de Capua que su figura adquirió proyección internacional. Fue beatificada en 1608 y canonizada en 1726 por el papa Benedicto XIII. Hoy, Santa Inés de Montepulciano es un ejemplo de liderazgo femenino, humildad y entrega silenciosa, cuya memoria sigue viva cada 20 de abril.
San Aniceto
Mientras que Inés vivió en la Italia del siglo XIII, Aniceto representa otra etapa muy diferente: la de los primeros cristianos, perseguidos y sin templos, pero con una fe férrea. Nacido en Siria, probablemente en Emesa, fue elegido como el undécimo papa de la Iglesia católica y ejerció su pontificado entre los años 155 y 166, en pleno siglo II. Su tiempo como pontífice estuvo marcado por tensiones internas y diferencias teológicas, pero también por su capacidad de diálogo y su deseo de unidad.
Uno de los episodios más conocidos de su pontificado fue el encuentro con San Policarpo de Esmirna, discípulo directo del apóstol Juan. El motivo de la visita no era menor: ambos buscaban resolver una cuestión fundamental, la fecha de celebración de la Pascua. Policarpo defendía la tradición oriental de celebrarla el 14 del mes de Nisán, coincidiendo con la Pascua judía, mientras que Aniceto, desde la visión occidental, insistía en hacerlo en domingo. Aunque no llegaron a un acuerdo, la relación entre ambos se mantuvo cordial, y Aniceto permitió que los cristianos orientales mantuvieran su costumbre. Su actitud de respeto hacia las diferencias, sin ruptura, sigue siendo una lección de ecumenismo y tolerancia.
Además de este episodio, Aniceto tuvo que enfrentarse a herejías como el gnosticismo o el montanismo. Aunque no contamos con muchos documentos oficiales sobre su actuación, la tradición sostiene que condenó estas doctrinas y promovió una vida cristiana clara y sin ambigüedades. Incluso se le atribuye una norma poco conocida pero simbólica: prohibir a los clérigos llevar el cabello largo, en un intento por distinguirlos de los gnósticos. Murió mártir en Roma en el año 166, bajo la persecución de Marco Aurelio. Su fiesta litúrgica se celebra el 20 de abril, y es recordado como un papa sereno, sabio y comprometido con la unidad de la Iglesia.
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