Sociedad

El Dr. César Carballo: «Me parecería un error gravísimo que Djokovic jugara el Open de Australia»

Médico y urgenciólogo en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid. César Carballo (Madrid, 1972) ha compartido grandes historias que ha vivido en primera persona desde los Servicios de Urgencias de los centros donde ha trabajado. Desde la trinchera (Aguilar) es un libro donde relata casos de pacientes que le han marcado, que le han dolido y que le han hecho reír. Hay algunos finales felices y otros, bueno, no tanto. Al fin y al cabo, esta es la vida.

Siento comenzar con el Caso Djokovic, pero… ¡Qué puedo hacer! Como profesional sanitario, ¿debería Australia dejar jugar al serbio el Open porque atenta contra su libertad? ¿O su libertad choca contra las normas?

Las normas del país le impiden jugar el Open de Australia. Tiene que tener una exención para no vacunarse que no ha demostrado, con lo cual no debe jugar el torneo, las normas están para cumplirse y cumplirse por todos. Australia, además, emplea una política que es de cero Covid-19, siempre ha dicho que no quiere convivir con el virus como, por ejemplo, sí se ha dicho aquí en España. Australia ha sido muy agresivo con los casos de Covid, por lo que creo que no deberían dejarle jugar.

Es verdad que Djokovic puede decidir vacunarse o no vacunarse, es su elección. Ahora bien, cuando tú entras en un país con unas normas… ¡Pues es lo que hay! Me parecería un error gravísimo que Djokovic jugara el Open de Australia. Las normas son para todos, si tú vas a un país y, de repente, por un interés puramente comercial o deportivo-comercial te saltas las normas, no sé, flaco favor le estás haciendo a tu país. Yo creo que Australia se va a mantener en sus trece y, además, creo que debe mantenerse en sus trece.

En el libro relatas historias que salen bien y otras muy mal. Como la vida misma, por otro lado. ¿Cómo se prepara uno desde el punto de vista humano para ver morir y sufrir a las personas, y además tener que trasladarlo a las familias?

Bueno, al final la experiencia es un grado. Al principio todo te impacta mucho más y luego, mientras pasa el tiempo, también te vas haciendo más fuerte. Al principio las explicaciones a los familiares te salen peor, pero todo se aprende. Al final, también te tienes que poner una coraza para que no te afecten tanto las cosas. Tienes que pensar que tienes pacientes a tu cargo, tienes que conseguir poner un poco de distancia, si no es así hay que cosas que pueden no acabar bien.

¿Por qué decides escribir Desde la trinchera? Es decir, tú colaboras en medios de comunicación, puedes contar historias aquí o allí, pero decides que el formato sea un libro.

Quería contar historias para que la gente pueda hacerse una idea, conocer de primera mano, cómo se trabaja en Urgencias. Vemos muchas series, pero siempre tenía la espinita de contar realmente lo que vivimos, sufrimos y pensamos sobre la enfermedad. Al final, mira, surgió la oportunidad con Aguilar y dije que sí. Además, ya sabía sobre qué quería escribir. Me lo pusieron muy fácil, la verdad. Me he dejado historias fuera, pero todas creo que son interesantes.

La historia del señor al que dais whisky para que no se quede ciego sale bien. Nunca una buena borrachera tuvo tan buen resultado, al menos en este caso.

(Reímos) ¡Se lo dimos de manera curativa! Ha sido de las pocas veces que hemos usado el alcohol con fines curativos, es un caso muy curioso por eso y porque, además, fue el primer paciente que yo atendí en Urgencias. Creo que fue el que me abrió los ojos a una especialidad que me enamoró y que hoy me tiene enamorado. Es que lo que ves en Urgencias supera la ficción, te lo digo de verdad.

Todos pensamos en George Clooney en Urgencias y, bueno, no es tan así, ¿no?

(Ríe) No, no, no. Claro que no es así. Bueno, hay muy buen ambiente en Urgencias, compartes mucho tiempo con mucha gente, así que al cabo de un tiempo son como de tu familia, ocupe el puesto que ocupe. Somos casi familia y compartes vivencias buenas y malas. Intentamos acordarnos de buenas historias, sacar la parte agradable, incluso simpática.

La historia de la embarazada que iba en uno de los trenes del atentado del 11-M. Llegó a Urgencias aparentemente bien, pero terminó muriendo porque externamente parecía no tener nada es terrible, la verdad.

No pudimos hacer nada por ella. A veces piensas en la mala suerte, a veces te das cuenta de que la vida depende de unos minutos de más o de menos, ¿no? A esas personas que subieron en esos vagones les tocó sufrir eso y nosotros, los que estábamos trabajando, tuvimos que atenderlos tomando decisiones muy rápidas. Esa historia fue muy real y la recuerdo con mi compañero Julio todos los años, todos sin excepción. Se nos quedó grabada porque fue especialmente dura.

Sobre la pandemia, ¿en qué punto estás? 

Yo soy optimista, pero también muy crítico. Estamos cada día más cerca de que todo se acabe, es evidente, pero desde el punto de vista sanitario es como vivir en el día de la marmota. De nuevo organizar plantas Covid, por ejemplo, y seguimos viendo los mismos fallos de gestión. Por ello, me pregunto cómo puede seguir pasando esto. Me doy cuenta de la miseria humana, ¿de verdad no podemos hacer las cosas mejor después de dos años de pandemia? Es que es una pena. Pero es que, además, luego escuchas cosas como que lo mejor es que todos nos infectemos y, bueno, no sé, es que no es así, no tenemos que quitar todas las medidas porque sí que hay personas que lo pasan mal como, por ejemplo, las personas que tienen un trasplante de médula, tiene un cáncer o una patología crónica. Dime, ¿qué hacemos? ¿Les abandonamos a su suerte?

¿Crees que no se está haciendo lo suficiente?

A mí como sanitario me cuesta no hacer nada y, por desgracia, esta es la posición de nuestro país: no hacer nada. A mí me parece que el futuro va a juzgar a mucha gente y veremos si pasan el filtro tanto de la ley como de leyes superiores. No sé cómo vamos a explicar en 40 años a nuestros nietos que se optó por cañitas y libertad mientras morían personas. Cuando se vea esto fuera del contexto pandémico será complicado de explicar. O el lema de la vacunación deja paso a la sonrisa y fuera mascarillas, por ejemplo. Pero, ¡qué me estás contando! Y que tras ello luego digas que debemos usar mascarillas en el exterior cuando sabemos que eso no sirve para nada, me deja de piedra. ¿Estas son las decisiones?

¿Política de barniz?

Claro. Cuando esto pase no podremos justificar lo que hemos hecho ante nadie. Prevaleció el euro frente a las vidas humanas, eso es lo que tendremos que contar. Eso es muy duro, pero yo como sanitario es que no puedo. Soy crítico, es verdad, pero es que no podemos tener a un abuelo cuatro días en Urgencias esperando una cama. Es que me parece reprobable y poco ético.

@MaríaVillardón