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El dinero que han recibido Mayte Zaldívar y sus hijas por la herencia de Julián Muñoz

Según el entorno, Julián Muñoz falleció rodeado de problemas económicos

Mayte Zaldívar ha renunciado a la herencia de su marido

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La muerte de Julián Muñoz reabrió un capítulo que parecía completamente cerrado para Mayte Zaldívar y sus hijas, pues la herencia del ex alcalde de Marbella situó de nuevo a la familia en el centro de la noticia. Aunque llevaban años separados y sus vidas se habían desarrollado por caminos distintos, la realidad jurídica era clara: Muñoz la convirtió en su viuda al casarse con ella en secreto poco antes de fallecer y ese gesto la colocó en la posición de heredera junto a Elia y Eloísa. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando la propia Zaldívar dejó constancia ante notario de que habían renunciado a todos los bienes, dejando claro que no buscaban beneficio alguno del patrimonio del que tanto se había hablado durante décadas. Con esta decisión, la familia pretendía cerrar definitivamente una historia marcada por excesos, escándalos y procesos judiciales que transformaron la vida de todos ellos.

El vínculo entre Julián y Mayte había sido largo y lleno de contrastes, desde sus inicios humildes hasta la etapa en la que ambos se acostumbraron a convivir con un nivel de riqueza que pocos podían imaginar. Se conocieron cuando ella buscaba abrirse camino lejos de su hogar familiar, embarazada y recién llegada a Madrid, y él supo ofrecerle una estabilidad que con el tiempo prosperó en forma de familia.

Cuando se instalaron en Marbella, la ciudad ya vivía un momento de transformación que estallaría con la llegada de Jesús Gil, cuyo proyecto municipal cambiaría no solo el paisaje urbano, sino también el destino de quienes formaban parte de su círculo político. Muñoz no tardó en ascender, impulsado por ese entorno de poder que le garantizaba influencia y recursos casi ilimitados y la pareja pasó de los turnos de hostelería a una vida rodeada de lujos.

El ritmo de vida del matrimonio

Durante los años de mayor bonanza, el matrimonio se acostumbró a un ritmo de vida que reflejaba el auge del Ayuntamiento y la facilidad con la que el dinero circulaba por sus manos. Viajes improvisados en avión privado, compras en joyerías exclusivas y regalos tan ostentosos como habituales formaban parte de una rutina que, con el tiempo, levantaría tantas suspicacias como titulares.

Jullián Muñoz en Marbella durante su enfermedad. (Foto: Gtres)

Mientras Marbella trataba de mantener su imagen de destino privilegiado, las cuentas municipales comenzaban a mostrar signos evidentes de desequilibrio, y los movimientos financieros de Muñoz fueron objeto de un escrutinio que terminaría en los tribunales. Para cuando estalló el escándalo, su matrimonio con Zaldívar ya estaba roto por el romance del entonces alcalde con Isabel Pantoja, lo que supuso una herida pública y personal de gran magnitud para Mayte.

Zaldívar tuvo que rehacer su vida con sus hijas lejos del círculo de poder que había marcado su día a día, aunque no pudo evitar verse involucrada en las investigaciones por blanqueo de capitales, un capítulo judicial que afectó tanto a su imagen como a la de su familia. El proceso fue especialmente duro, ya que implicó analizar movimientos económicos millonarios y revisar el rastro de un dinero que nunca llegó a localizarse por completo, alimentando así teorías y sospechas sobre su paradero. Tanto ella como Muñoz fueron condenados, y ambos cumplieron su deuda con la justicia, aunque la situación del ex alcalde se agravó con el cáncer de pulmón que le diagnosticaron en 2013 y que debilitó su estado hasta convertirlo en un recluso en tercer grado.

El problema de salud de Julián Muñoz

Cuando su salud empeoró definitivamente, Julián Muñoz decidió dejar por escrito cómo debían repartirse sus bienes, aunque la realidad de su fortuna distaba mucho de la abundancia de sus años de máximo esplendor. Entre propiedades requisadas, cuentas incautadas y dinero que nunca llegó a encontrarse, lo que quedaba de su patrimonio era tan limitado que sorprendió a quienes imaginaban una herencia desorbitada. En ese contexto, tomó la decisión de pedirle a Zaldívar que se casara de nuevo con él, un gesto inesperado si se tiene en cuenta que ella mantenía una relación estable desde hacía más de una década. El enlace, discreto y celebrado casi en silencio, tenía un componente emocional evidente, pero también permitía ordenar ciertas cuestiones legales antes de su muerte.

Aun con el peso de aquella historia compartida, Mayte Zaldívar sostuvo públicamente que tanto ella como sus hijas renunciaron a todos los bienes que pudieran corresponderles como herederas, un paso que quisieron dejar registrado ante notario para evitar cualquier especulación futura. Con este movimiento, pusieron fin a una etapa marcada por luces y sombras que había condicionado su vida pública y privada durante años, y que ahora buscaban dejar atrás para centrarse en un presente más estable y alejado de controversias.

Con todo lo anterior, podemos decir que la renuncia simboliza, en cierta medida, una liberación del pasado y un intento de cerrar definitivamente los capítulos más dolorosos que la familia había tenido que superar. La historia de la herencia de Muñoz, lejos de la ostentación que lo acompañó en vida, concluye así como un epílogo sobrio y lleno de matices. Pero, ¿se ha contado toda la verdad o todavía nos quedan cosas por descubrir?