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Es uno de los alimentos españoles más sanos, pero los informes dicen que contiene 10 plaguicidas

Los alimentos españoles más sanos se han ganado esa imagen gracias a productos naturales y equilibrados que promueven una excelente calidad nutricional. Sin embargo, los controles de residuos realizados en 2023 por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) reflejan un escenario más complejo y que podría golpear esa percepción.

El estudio, analizado por Ecologistas en Acción en su informe «Directo a tus hormonas 2025», detectó la presencia de 130 tipos diferentes de plaguicidas en el 37% de las muestras de alimentos evaluadas. Dentro de este contexto, algunos productos emblemáticos aparecen entre los más afectados por la presencia de sustancias químicas, incluidos compuestos no autorizados y disruptores endocrinos.

¿Cuál es uno de los alimentos españoles más sanos y que contiene plaguicidas?

Considerado tradicionalmente uno de los alimentos españoles más sanos, el aceite de oliva figura entre los productos que presentaron residuos de hasta 10 plaguicidas diferentes.

Según los datos del informe, dos de ellos no están autorizados en la Unión Europea, dos pertenecen al grupo de los PFAS (también conocidos como “químicos eternos” por su alta persistencia) y siete son disruptores endocrinos, sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal del organismo.

La detección de estos compuestos no implica necesariamente que el aceite sea peligroso, pero sí confirma la complejidad del sistema agrícola y de transformación. Los pesticidas liposolubles aplicados en los olivos tienden a concentrarse en la grasa durante el proceso de extracción, lo que explica su presencia en el producto final.

Los análisis se realizaron mediante cromatografía y espectrometría de masas, técnicas que permiten identificar restos en niveles mínimos pero significativos.

¿Por qué puede haber plaguicidas en el aceite de oliva?

El comportamiento químico de los pesticidas explica parte de esta situación. Por una parte, hay que tener en cuenta la liposolubilidad. Esto comprende que los compuestos solubles en grasa se acumulan en la matriz oleosa durante la extracción. Por otra parte, hay que tener en cuenta la persistencia: la grasa estabiliza las moléculas y dificulta su degradación natural.

A su vez, no hay que dejar de lado la contaminación cruzada. Incluso las producciones con prácticas más sostenibles pueden verse afectadas por residuos ambientales o por el uso previo de agroquímicos en los suelos.

Según el Reglamento (CE) 396/2005, los límites máximos de residuos (LMR) deben calcularse considerando el factor de transformación del producto procesado.

En el caso del aceite de oliva, este factor se mantiene en 1, lo que significa que la concentración de residuos no disminuye durante la elaboración.

¿Qué sustancias detectaron en el aceite de oliva, uno de los alimentos españoles más sanos?

Entre los compuestos hallados destacan lambda-cialotrina, deltametrina y acetamiprid, insecticidas de uso común en el control de la mosca del olivo. Aunque se degradan con la luz solar y los agentes atmosféricos, pueden dejar trazas en las aceitunas tratadas.

El informe también registró la presencia de flupiradifurona y spinosad, insecticidas sistémicos y biológicos, respectivamente. Ambos se detectaron en concentraciones bajas, siempre dentro de los límites legales. Aun así, su naturaleza lipófila facilita que parte del residuo se transfiera al aceite.

De acuerdo con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), las dosis detectadas no superan los niveles de seguridad establecidos. Sin embargo, el documento advierte del efecto cóctel, es decir, la exposición simultánea a varios plaguicidas en una misma muestra, cuyos impactos combinados no están completamente evaluados por la legislación actual.

Evaluación y control: herramientas europeas de vigilancia en estos alimentos

La herramienta PRIMo (Pesticide Residue Intake Model) de la EFSA permite estimar la exposición dietética del consumidor a los plaguicidas.

Esta plataforma compara los valores hallados en los alimentos con la Ingesta Diaria Admisible (IDA) definida por la FAO y la OMS.

En el caso del aceite de oliva, las mediciones confirman que los residuos encontrados están muy por debajo de los niveles que representarían un riesgo directo.

No obstante, los expertos subrayan la necesidad de reforzar los sistemas de control y ampliar el número de muestras analizadas, dado que España sigue por debajo de la media europea en representatividad de sus estudios.

Gestión agrícola y sostenibilidad del olivar

Las prácticas de manejo en el olivar influyen de forma directa en la calidad del aceite. Una gestión responsable de los productos fitosanitarios, con respeto a los tiempos de carencia y a las dosis autorizadas, resulta fundamental para reducir residuos.

El informe recomienda un enfoque integrado, basado en el uso de tecnologías de bajo impacto y productos biológicos, como el aceite de neem, los bioestimulantes o los polvos de roca, que no dejan trazas detectables en el aceite.

La correcta aplicación de los tiempos de espera (por ejemplo, catorce días en el caso de piretroides como la deltametrina) garantiza que los residuos se degraden antes de la cosecha.

Así, la producción puede mantenerse dentro de los márgenes legales y reforzar la confianza en uno de los alimentos españoles más sanos.

El estudio ‘Directo a tus hormonas 2025’ concluye que España continúa dependiendo en exceso de los plaguicidas agrícolas, pese a los compromisos europeos para reducir su uso. Los autores proponen intensificar la vigilancia sobre los alimentos procesados y reforzar los controles en frontera para evitar la entrada de productos con sustancias no autorizadas.