Más de 6 millones de personas viven entre el estigma y la vergüenza de padecer incontinencia urinaria
Son muchos los falsos mitos en torno a esta patología, como pensar que solo afecta a las mujeres. De hecho, tiene una prevalencia estimada del 24% en mujeres y del 7% en hombres
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La incontinencia urinaria es una patología urológica que afecta al día a día de más de seis millones de personas en España. Esta patología tiene una prevalencia media estimada del 24% en mujeres, aumentando al 30-40% en mujeres de mediana edad, y del 7% en hombres.
No se trata de una patología que se asocie con un aumento de la mortalidad de las personas que la padecen, pero sí deteriora sensiblemente la calidad de vida de quienes la sufren. Tal y como señala el Dr. José Medina Polo, urólogo de ROC Clinic y responsable de la Unidad de Urología Funcional y Femenina «la incontinencia limita la autonomía y reduce la autoestima». Sin embargo, solo un 28,4% de las personas que la padecen consulta con los especialistas y únicamente el 16,7% recibe tratamiento. La vergüenza, creer que es un proceso normal de la edad o pensar que no tiene importancia son los principales motivos por los que ocurre esto.
Según el doctor Javier Romero-Otero, director del Departamento de Urología de HM Hospitales en Madrid y director médico de ROC Clinic, «es necesario acabar con el estigma social que rodea a esta enfermedad y permitir al especialista evaluar la situación en profundidad para que pueda ayudar al paciente con el tratamiento más adecuado».
Y es que este problema afecta a la autoestima y a todas las esferas de la vida de las personas, incluyendo el ambiente laboral o el de las relaciones íntimas. «El impacto psicológico y emocional es muy grande, ya que hace cambiar a los pacientes sus hábitos de vida. Les cambia la organización de actividades tan simples como ir al cine o hacer un viaje. También afecta a las relaciones sexuales, ya que muchas personas las evitan, al poder sufrir pérdidas en esos momentos. Todo ello hace mella, mermando la calidad de vida de los pacientes», destaca el doctor Medina.
Existen hasta cuatro tipos distintos
En función de las causas que la originan y de cómo se manifiesta, podemos distinguir entre varios tipos de incontinencia urinaria. La primera de ellas sería la de esfuerzo, consistente en la pérdida involuntaria de orina asociada a un esfuerzo físico que provoca un aumento de la presión intraabdominal. Se manifiesta cuando los pacientes tosen, se ríen o estornudan. Entre las causas de su aparición están la edad, la obesidad y cualquier otro factor que pueda afectar al suelo pélvico, como los embarazos u operaciones como histerectomías.
Menos conocida es la incontinencia urinaria de urgencia o vejiga hiperactiva, que supone la pérdida involuntaria de orina asociada a un fuerte deseo de orinar que no puede demorarse. Son pacientes que tienen ganas de orinar y sienten que deben ir con urgencia al servicio, pero, como no suelen tener problemas para retener la orina, no piensan que puedan presentar ninguna patología.
Asimismo, existen otros dos tipos, incontinencia urinaria mixta, la pérdida que se presenta con urgencia y también al realizar ejercicios, esfuerzos, estornudos o toser; y por rebosamiento, que es la producida cuando el volumen de orina en la vejiga supera su capacidad, y se asocia con trastornos con el vaciado de la vejiga.
Detección precoz y tratamiento
La incontinencia puede estar escondiendo otras patologías y por eso es importante acudir al urólogo. Es importante descartar, con la historia clínica y una exploración, que no haya prolapsos de órganos o patologías a nivel vesical, como un tumor de vejiga. Del mismo modo, la detección precoz es clave, porque redunda en una mejor calidad de vida del paciente. Para un correcto diagnóstico de la incontinencia urinaria se puede realizar un estudio urodinámico y una exploración física, así como un diario miccional. Estas pruebas indican cómo funciona y cómo se contraen la vejiga y los músculos del suelo pélvico.
En cuanto al tratamiento, «va desde terapias conservadoras como la rehabilitación, hasta la cirugía con material protésico, pasando por el empleo de toxina botulínica», explica el Dr. Medina. No obstante, antes de poder plantear un tratamiento individualizado para cada paciente, el especialista debe realizar un estudio detallado de cada caso. Por ello, es fundamental distinguir el tipo de incontinencia que presenta el paciente, ya que cada una tendrá un tratamiento específico, dado que el mecanismo por el que se produce se puede relacionar con el esfínter urinario y el suelo pélvico, o propiamente con la función vesical.
La incontinencia de esfuerzo se puede tratar con rehabilitación, obteniendo muy buenos resultados con un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico, también con terapia láser por vía vaginal que ayude en estados leves a fortalecer y colagenizar el suelo pélvico. Cuando no funcionen los tratamientos menos agresivos, se puede colocar una malla en la vejiga.
Por su parte, la vejiga hiperactiva se puede tratar con fármacos, además de con fisioterapia. Los medicamentos disminuyen las contracciones de la vejiga y cuando no funcionan las pastillas se puede administrar toxina botulínica, botox, para disminuir las contracciones, ya que es un paralizante muscular.