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Coach ejecutiva experta en productividad

Laura García: «Cuando se superan los 33 °C la productividad puede disminuir hasta un 50%»

"La verdadera efectividad no nace de correr más, sino de saber hacia dónde vamos"

Cuando el termómetro supera los 33 ºC, como ya ocurre en buena parte del país, trabajar se vuelve cuesta arriba. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la productividad en trabajos de intensidad moderada puede disminuir hasta un 50% por efecto del calor extremo. Lejos de ser un simple dato anecdótico, esta tendencia amenaza con acentuarse en los próximos años por el impacto del cambio climático.

Laura García Buscaglia, coach ejecutiva y referente en productividad consciente, lo tiene claro: el problema no es el tiempo, sino la energía. «Los líderes más efectivos no solo priorizan tareas: protegen su energía. Especialmente en verano, es esencial identificar los picos y valles energéticos para trabajar de forma más inteligente y menos reactiva», asegura.

Con más de 500 directivos asesorados y decenas de empresas de primer nivel que ya aplican esta metodología, el Método FASE —basado en Foco, Atención, Sistematización y Energía— ofrece herramientas prácticas para mantener la efectividad sin comprometer el bienestar personal. En esta entrevista, Laura desgrana las claves para sobrevivir profesionalmente al verano sin agotamiento ni culpa.

PPREGUNTA.- ¿Por qué es tan importante hablar de productividad en verano? ¿Qué riesgos conlleva ignorar el impacto del calor en el rendimiento? 

RESPUESTA.- El verano suele asociarse al descanso, pero lo cierto es que muchas personas seguimos trabajando con normalidad. Ignorar el impacto del calor en nuestra productividad es un error. Según la OIT, cuando se superan los 33 °C, la productividad puede disminuir hasta un 50%. El calor afecta nuestro nivel de energía, nuestra concentración y nuestro bienestar emocional. Por eso, más que nunca, es fundamental aprender a renovar nuestra energía, no solo a gestionar el tiempo. Si no lo hacemos, podemos entrar en una espiral de agotamiento y frustración que impacta directamente en nuestro rendimiento y calidad de vida. 

P.- El Método FASE se basa en cuatro pilares: Foco, Atención, Sistematización y Energía. ¿Podría explicarnos brevemente cómo se articula cada uno en la práctica diaria? 

R.- Foco implica elegir con claridad dónde poner nuestra energía y aprender a decir «no» a lo que no suma; Atención, entendida como la capacidad de estar presentes, proteger espacios de concentración y reducir las distracciones que nos dispersan; Sistematización, que nos invita a dejar atrás la improvisación y apoyarnos en rutinas, herramientas y procesos que den orden y continuidad a nuestro día a día; y  Energía, el gran eje transversal, sin la cual ningún sistema se sostiene. En FASE la energía se concibe de forma integral —física, emocional, cognitiva y colectiva— y aprender a protegerla y renovarla es clave para alcanzar una productividad que no nos agote, sino que nos impulse. 

P.- Una de tus frases clave es ‘no gestionamos tiempo, sino energía’. ¿Qué implica ese cambio de paradigma en la manera de trabajar?

R.- Implica pasar de una lógica de cantidad a una lógica de calidad. No se trata de cuánto haces, sino de cómo estás mientras lo haces. Este cambio transforma por completo nuestra manera de organizarnos: primero, aprendemos a gestionar nuestra energía para tener máximos niveles que nos permitan abordar lo importante con suficientes recursos, y luego aprendemos a construir una agenda que protege tiempo para lo importante. Planificamos en función de nuestros picos y valles energéticos, no del reloj. Y eso impacta directamente tanto en los resultados como en nuestro bienestar. 

P.- ¿Qué hábitos concretos recomienda adoptar durante los meses de calor para mantener la concentración y evitar el agotamiento?

R.- El verano trae consigo días más largos, altas temperaturas y un ritmo más lento… pero no siempre menos exigente. Para no caer en el agotamiento y sostener la energía en esta época, desde el Método FASE recomendamos:

En resumen: no se trata de exigirnos más, sino de adaptar el modo de trabajo al momento del año. Cuando acompañamos al cuerpo y a la mente en lugar de forzarlos, la energía se mantiene y la productividad también.

P.- ¿Qué cambios reales ha observado tras aplicar el Método FASE en las empresas donde lo ha aplicado?

R.- Los resultados son muy potentes: se reducen las reuniones improductivas, mejora la toma de decisiones y las personas recuperan tiempo de calidad sin dejar de cumplir objetivos. Muchos líderes redescubren su capacidad de enfocarse y sienten que vuelven a liderar su agenda y sus equipos en lugar de ser arrastrados por el día a día. A nivel cuantitativo, se observan aumentos sostenibles en productividad, pero lo más significativo es un alineamiento estratégico de prioridades en cascada en toda la organización y la mejora en el bienestar emocional y la cohesión de los equipos. 

P.- ¿Cómo puede una persona que trabaja por cuenta propia o en remoto implementar este método sin sentirse aún más cargada de obligaciones?

R.- Precisamente, el Método FASE no se basa en hacer más, sino en hacer mejor. Es un proceso muy adaptable. Para quienes trabajan por cuenta propia, el foco está en rediseñar la agenda con sentido, recuperar el control y proteger el tiempo para lo que realmente importa. Muchos autónomos sienten culpa si no trabajan todo el día, pero con FASE descubren que es más efectivo tener tres horas enfocadas que diez horas dispersas. El método no carga, libera.

P.- El verano puede ser sinónimo de distracción y relajación. ¿Es posible mantener la productividad sin renunciar al descanso y la vida personal? 

R.- Totalmente. De hecho, la productividad bien entendida incluye el descanso. El problema no es relajarnos, sino hacerlo sin conciencia y luego entrar en un bucle de culpa y desorganización. En verano es clave combinar planificación flexible con momentos reales de desconexión. Si protegemos nuestros picos de energía y priorizamos lo importante, el resto del día puede ser más liviano. No se trata de exigencia, sino de equilibrio. 

P.- ¿Qué le dirías a alguien que siente que nunca tiene tiempo para parar y reflexionar sobre su manera de trabajar?

R.- Le diría que parar no es un lujo, es una necesidad para la salud. Vivimos tan atrapados en la urgencia que perdemos perspectiva. El Método FASE invita a hacer pausas estratégicas para pensar, priorizar y rediseñar nuestra forma de trabajar. Cuando nos damos ese espacio, recuperamos claridad, energía y dirección. La verdadera efectividad no nace de correr más, sino de saber hacia dónde vamos y trabajar con una metodología que nos permita sostener intención y acción de manera en el tiempo.