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Los jóvenes miopes y el glaucoma

La miopía es uno de los principales defectos refractivos, que provoca la visión borrosa de los objetos que están lejos y se ven más nítidos los cercanos. Aunque se trata de un defecto muy común, ya que se estima que una de cada cuatro personas es miope, representa una verdadera enfermedad ocular a medida que se van incrementando las dioptrías. Por eso la prevención desde la infancia es fundamental.

Actualmente, el avance de la prevalencia de la miopía entre la población es tan rápido que se considera ya una pandemia silenciosa, convirtiéndose en la principal causa de discapacidad visual en países desarrollados, debido, entre otros factores, a los hábitos de vida. De hecho, se estima que para el año 2050, la miopía afecte al 52% de la población, y está presente en seis de cada diez jóvenes, lo que supone más de la mitad de los niños en edad escolar. Y es que cada vez pasamos más tiempo realizando tareas que suponen un sobre esfuerzo de la visión cercana, como por ejemplo, dedicamos muchas horas al día leyendo, estudiando, trabajando con el ordenador, usando el móvil, la tablet o jugando a videojuegos.

Esto hace que nuestros ojos trabajen el enfoque de cerca, y se vea bien a esta distancia, pero ¿qué ocurre con nuestra visión al mirar a lo lejos? Pues que vemos borroso. Pero ver borroso de lejos no es el mayor problema, ya que tiene solución. Un ojo miope por encima de lo normal puede tener predisposición a desarrollar otras alteraciones visuales como: desprendimiento de retina, maculopatías miópicas, alteraciones del nervio óptico o glaucoma, primera causa de ceguera irreversible en el mundo.

Y aquí es donde se encuentra el verdadero problema, en el glaucoma, porque es una enfermedad silenciosa y degenerativa, que no presenta síntomas hasta fases avanzadas de la enfermedad. Cuando el paciente empieza a notar que ya no ve bien, es tarde, porque el campo visual que se ha perdido, ya no se puede recuperar. De hecho, más del 50% de los pacientes con glaucoma desconocen que lo padecen.

Aunque lo habitual es que esta patología ocular aparezca en pacientes de más de 40 años, hay diferentes causas que pueden hacer que las personas más jóvenes desarrollen glaucoma como el glaucoma juvenil, el glaucoma inducido por esteroides, el glaucoma traumático, el glaucoma pigmentario y el inflamatorio.

Requiere una mención especial el glaucoma juvenil y el glaucoma pigmentario. El glaucoma juvenil tiene una incidencia de 1 por cada 300.000 personas menores de 20 años. Suele aparecer entre los 5 y 18 años, aunque puede presentarse más tarde y habitualmente se diagnostica a jóvenes miopes. En estos casos se aconseja ofrecer consejo genético a los individuos con la mutación causante de la enfermedad informándoles de que existe un 50% de riesgo de transmitir la mutación a su descendencia. Respecto al glaucoma pigmentario, está causado por el síndrome de dispersión pigmentaria.

Se debe fundamentalmente a una anatomía ocular mal desarrollada, es decir, el paciente, sin que lo note, va perdiendo pigmento del iris, porque éste está rozando con el cristalino. Ese pigmento flota en el interior de la parte anterior del ojo y puede llegar a depositarse y taponar la malla trabecular. Se podría considerar algo similar a un “desagüe natural” por el que el humor acuoso, el líquido alojado en la parte delantera del ojo, fluye y sale de la cámara anterior. Cuando esa zona de filtración se obstruye, no sale bien el líquido, produciendo lentamente una subida de presión intraocular. Éste es el mecanismo por el que se puede producir glaucoma.

Y como hemos explicado, todo este proceso no presenta síntomas, por lo que es necesario insistir en que los jóvenes miopes se hagan revisiones oftalmológicas periódicas, porque como hemos comentado anteriormente, la miopía es un factor de riesgo importante en el desarrollo de esta y otras enfermedades. Y por esta razón reiteramos la importancia de realizar revisiones de manera periódica desde la infancia, ya que solo solemos acudir al oftalmólogo cuando no vemos bien. Y cuando no se ve bien, en ocasiones, ya es tarde.

Dr. Pedro Pablo Rodríguez Calvo
Responsable de la Unidad de Glaucoma del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega