La frecuencia cardiaca alta aumenta el riesgo de demencia
Los investigadores observaron que las personas con tasa cardiaca por encima de los 80 latidos por minuto tenían un riesgo incrementado en 55% de padecer demencia
Expertos del Instituto Karolinska firman un nuevo estudio publicado en la revista científica «Alzhéimer y Demencia», según el cual las personas con una frecuencia cardiaca alta en reposo y edad avanzada tienen mayor riesgo de desarrollar demencia. Los autores de este trabajo indican que, puesto que la frecuencia cardiaca en reposo es fácil de medir y además puede controlarse con actividad física y tratamiento, será beneficioso identificar a las personas en esta situación para ayudarles a mejorar su salud.
Se calcula que el número de pacientes con demencia llegue a los 139 millones en todo el mundo a la altura del año 2050. En el año 2020 eran 55 millones, según los datos de la Asociación Internacional de Alzhéimer (ADI).
Las palabras «demencia» y «alzhéimer» se usan a menudo como sinónimos, pero tienen significados diferentes. La demencia no es una enfermedad específica, sino un conjunto de síntomas que afectan a la capacidad para realizar actividades cotidianas de forma independiente. Esos síntomas son deterioro de la memoria, disminución de la atención y de la capacidad de pensar con claridad, entre otros.
La enfermedad de Alzheimer (o «alzhéimer») es un tipo de demencia, pero no es la única. Otros tipos de demencia son la demencia con cuerpos de Lewy, la demencia frontotemporal, la enfermedad de Huntington y la demencia mixta. El alzhéimer es la forma más conocida de demencia, pero no todas las personas con demencia tienen la enfermedad de Alzheimer.
A fecha de hoy, no hay tratamiento curativo para la demencia, pero cada vez hay más estudios científicos que muestran que mantener un estilo de vida saludable y cuidar la salud cardiovascular podría ayudar a retrasar la presentación de demencia y alzhéimer y aliviar los síntomas. Esta relación se debe a que el corazón bombea sangre por los vasos sanguíneos de todo el organismo, cerebro incluido. Los daños en esos vasos pueden provocar enfermedades graves en el corazón, pero también infarto cerebral y demencia. Mantener una buena salud cardiovascular ayuda a tener un corazón y un cerebro más fuertes.
En este estudio, los investigadores tomaron medidas de la frecuencia o tasa cardiaca en reposo de 2.147 sujetos de 60 años o más e intentaron ver si sus resultados guardaban alguna relación con la demencia o el deterioro de las funciones cognitivas, al margen de otros factores de riesgo.
Valores normales
Para llegar a sus conclusiones, siguieron con sus observaciones durante un periodo de 12 años. En ese tiempo, pudieron ver que las personas con tasa cardiaca por encima de los 80 latidos por minuto (como promedio de diferentes mediciones) tenían un riesgo incrementado en 55% de padecer demencia que quienes se mantenían entre los 60 y los 69 latidos por minuto. Según la Fundación Española del Corazón (FEC), la frecuencia cardiaca normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos por minuto.
La relación entre mayor tasa cardiaca y las probabilidades aumentadas de desarrollar demencia se mantuvo incluso cuando los investigadores ajustaron el riesgo en función de factores que podrían haber dado lugar a confusión, por ejemplo la presencia de otras enfermedades cardiovasculares en las personas incluidas en el estudio. Con todo, los autores recomiendan precaución a la hora de interpretar los resultados, entre otras cosas porque en el grupo de participantes que tenían enfermedades cardiovasculares se produjeron fallecimientos antes de que completaran el periodo de seguimiento, y en ese aspecto hay partes del estudio que han quedado incompletas.
Además, no dan por hecho que la frecuencia cardiaca aumentada sea lo que cause demencia, aunque estén relacionadas. No obstante, ofrecen una serie de explicaciones posibles para que una influya en la otra, por ejemplo la rigidez de las arterias. En sus conclusiones, indican: «Creemos que sería valioso explorar si la tasas cardiaca en reposo podría utilizarse como una señal para identificar a pacientes con alto riesgo de demencia». Según Yume Imahori, del departamento de Neurobiología del Instituto Karolinska: «Si observamos la función cognitiva de esos pacientes con atención, e intervenimos pronto, podríamos retrasar la aparición de la enfermedad, y eso mejoraría de forma sustancial su calidad de vida».
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