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Diferencias entre un infarto femenino y uno masculino

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad en la población general

Un infarto agudo de miocardio es la principal causa de mortalidad en la población general. Una enfermedad cardiovascular provocada por la falta de riego sanguíneo del músculo cardíaco. A su vez, este bloqueo es consecuencia de la obstrucción de una de las arterias coronarias, que finalmente puede desencadenar una angina de pecho y, en el peor de los casos, la muerte del tejido cardíaco.

Los principales factores de riesgo que aumentan las probabilidades de sufrir un infarto son el colesterol, la obesidad, el sedentarismo, la edad, la hipertensión o el consumo de tabaco. Unos agentes de prevención que no entienden de géneros, a diferencia de los síntomas propios de la enfermedad.

Cómo es el infarto en las mujeres

Las mujeres experimentan una serie de síntomas que los hombres jamás vislumbran.

En términos generales, las mujeres presentan unos indicios muy variados y diferentes a los de los hombres, lo que dificulta su diagnóstico. Una realidad que se suma a los pronósticos que señalan un infarto de miocardio mucho peor en el sexo femenino. Un 52% de las pacientes mueren antes de llegar al hospital, frente al 42% de los hombres. Sin embargo, ellas tienden a sufrir la enfermedad una década más tarde que ellos, aproximadamente.

Entre los síntomas que afectan a su salud destacan la dificultad respiratoria, náuseas, fatiga inusual, sudores fríos, ardor en la región superior del abdomen, dolor epigástrico y molestias en la mandíbula. Además, los días previos al ataque, la paciente puede sufrir ansiedad, debilidad muscular o insomnio. Dolencias que, a simple vista, pueden estar relacionadas con otro tipo de afección. De ahí la importancia de controlar y monitorizar los primeros vestigios del infarto.

¿Y qué ocurre con los hombres?

Los hombres sufren los síntomas más reconocidos de la enfermedad.

En el caso del género masculino, el paro cardíaco sigue todos aquellos síntomas conocidos de sobra por la sociedad. Hablamos de un dolor torácico continuado, dificultad para respirar, sensación de indigestión estomacal, náuseas y episodios de ansiedad. Unas señales de alerta que empujan al paciente y a su entorno a contactar inmediatamente con los servicios de emergencia. Una «seguridad» que las mujeres no contemplan en la misma situación.