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Cristina González: «Hay poca visibilidad del ciclo menstrual, del trastorno físico temporal y emocional»

La ginecóloga Cristina González Cea, ha criticado que hay una evidente falta de visibilidad del ciclo menstrual y considera que se debe dar la debida relevancia. De esta manera, señala que «se infravalora bastante en general. Hay poca visibilidad de que para nosotras el ciclo menstrual, además de suponer un trastorno físico temporal, provoca uno emocional importante».

Pone como ejemplo el dolor menstrual, «con el que no hay que quedarse si nos condiciona, ya que, esos cambios comprometen la calidad de vida no sólo de la mujer, sino que afectan a todo su entorno», continúa.

«Así que es muy importante saber la razón de que pase esto y darle una respuesta a la paciente. En la mayoría de las ocasiones se dice que es un desarreglo hormonal y ya está. Y no todo es tomar anticonceptivos, no todo se soluciona bloqueando tu ciclo hormonal», defiende.

Insiste en que se trata de un proceso que ocurre mensualmente durante toda la vida reproductiva de las mujeres, «casi 40 años de alteraciones físicas y emocionales», pese a lo que la sociedad «no lo considera lo suficientemente importante».

La prueba está en el propio tratamiento de las alteraciones menstruales como efecto secundario, algo que la EMA rechazaba hace tan solo un año, afirmando que no existía «una relación causal» entre las dos variables.

«Y en ese momento ya había datos más que suficientes. Y yo pensaba, ¿tú has preguntado a las mujeres? Porque ya no es que no lo incluyas, es que lo niegas. Eso, en parte, también me llevó a investigar, a decirles: Oye, claro que existe una relación. Vamos a pelear para que nos oigan», relata.

«La divulgación me importa tanto o más que lo que recoja la EMA en su informe mensual de reacciones adversas. Al final la voz de una es la de muchas y yo lo que intento es explicarle a mis pacientes qué ocurre. Y al final, esto se habla en casa, en el café, en el trabajo o cuando se recoge a los niños. Somos nosotras mismas las divulgadoras, y así se empezaron muchas revoluciones, desde nuestras propias casas», concluye.