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Apnea del sueño: el enemigo silencioso del descanso y la salud

El 90% de los casos no están diagnosticados, afectando gravemente la salud

Mujeres en etapa menopáusica, un grupo vulnerable a la apnea del sueño sin ronquidos

La apnea del sueño es una condición que altera seriamente la calidad del descanso nocturno, provocando múltiples microdespertares durante la noche. Aunque muchas personas asocian este trastorno con el ronquido, no todos los pacientes lo presentan. Como señala Ana Fortuna, neumóloga y coordinadora del grupo de trabajo de sueño de la Sociedad Catalana de Neumología (SOCAP), «la apnea del sueño afecta a hombres y mujeres, especialmente en la etapa menopáusica, aunque muchas veces pasa desapercibida».

Este problema, según la Clínica Mayo, se presenta cuando los músculos de la garganta se relajan, bloqueando el flujo de aire y provocando episodios en los que la respiración se detiene por unos segundos. Esto ocurre varias veces durante la noche, fragmentando el sueño y reduciendo la cantidad de oxígeno que llega a la sangre. Si bien algunas personas pueden ser conscientes de estos despertares, en la mayoría de los casos los síntomas pasan inadvertidos, manifestándose al día siguiente en forma de somnolencia diurna, fatiga o dificultad para concentrarse.

Esta condición está sorprendentemente infradiagnosticada. Según declara la doctora Ana Fortuna en un comunicado de SOCAP, apenas el 10% de los casos de apnea son diagnosticados en las unidades de sueño especializadas, lo que significa que el 90% de las personas que padecen este trastorno no reciben el tratamiento adecuado. Este dato es especialmente preocupante si consideramos que se estima que una de cada cuatro personas adultas en el mundo padece AOS, lo que afecta a mil millones de personas a nivel global y entre un millón y medio y dos millones en España, según datos de la SOCAP.

Uno de los principales problemas que contribuyen a este infradiagnóstico es que no todas las personas con apnea del sueño roncan. De hecho, hay pacientes que no presentan ronquidos, pero sí experimentan otros síntomas como cansancio, insomnio o somnolencia diurna. La ausencia de ronquidos en estos casos hace que los afectados no sean conscientes de que padecen un problema que podría estar deteriorando gravemente su salud. 

El diagnóstico de la apnea del sueño requiere un estudio en una unidad de sueño especializada. El procedimiento más habitual, se señala en un documento del Sistema Nacional de Salud, es la polisomnografía, que permite analizar los patrones respiratorios y de oxigenación durante el sueño. En este sentido, según Ana Fortuna, «es crucial que los pacientes con síntomas como la somnolencia diurna o el insomnio consulten a un médico especializado, ya que la apnea puede tener consecuencias muy graves si no se trata».

Consecuencias más allá del sueño 

La Apnea Obstructiva del Sueño (AOS) no sólo afecta al descanso, sino que puede tener consecuencias mucho más graves. Las personas que sufren este trastorno tienen un mayor riesgo de padecer hipertensión arterial, infartos de miocardio e incluso cáncer. Según estudios recientes, citados por QuirónSalud, la apnea incrementa de dos a tres veces el riesgo de ictus y de tres a seis veces el riesgo de accidentes de tráfico. Además, se ha observado que en mujeres postmenopáusicas el trastorno tiende a presentarse sin ronquidos, lo que complica su detección temprana. Este desconocimiento puede agravar el problema ya que la AOS está vinculada con trastornos como la depresión, la diabetes tipo 2 y la hipertensión.  

Javier Arias Gallo, neumólogo de la Clínica Quirón, advierte: «La apnea del sueño, lejos de ser un simple problema de ronquidos, es una enfermedad que puede reducir la calidad de vida significativamente y, en los casos más graves, puede provocar la muerte súbita».  

Tratamientos disponibles

El tratamiento más común para la apnea del sueño, , constata el documento del SNS, es el uso de dispositivos CPAP (presión positiva continua en las vías respiratorias), que mantienen la vía aérea abierta durante la noche, evitando las apneas. Sin embargo, hay alternativas, como dispositivos intraorales o, en casos extremos, cirugía.

Lo fundamental, como concluye Ana Fortuna, es el diagnóstico a tiempo: «El sueño es un ingrediente indispensable para la buena salud física y mental. Dormir mal no debe aceptarse como algo normal».