Alarmante aumento de eventos cardiovasculares en niños: el 35% de menores tiene varios factores de riesgo
Es clave insistir en que la prevención y hábitos de vida saludable pueden evitar en un alto porcentaje esta situación de enfermedad
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En las últimas décadas, las enfermedades cardiovasculares han dejado de ser una preocupación exclusiva de los adultos, afectando de manera creciente a la población infantil. Un estudio reciente ha revelado que el 35% de los niños menores de 15 años ya presentan varios factores de riesgo cardiovascular, lo que representa una grave advertencia para la salud.
Entre los factores más comunes se encuentran la obesidad, la hipertensión arterial, el sedentarismo y la mala alimentación, patrones que se están consolidando desde edades tempranas debido a cambios en los hábitos de vida, como el incremento del consumo de alimentos ultraprocesados y la disminución de la actividad física. La obesidad infantil, en particular, ha sido vinculada a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otros problemas metabólicos a lo largo de esos años.
El panorama es preocupante no sólo por las consecuencias a corto plazo, sino por el potencial impacto a largo plazo en la salud de esta generación. Las enfermedades cardiovasculares que antes se manifestaban en la edad adulta están comenzando a hacerlo en jóvenes, lo que puede reducir significativamente sus expectativas de una vida plena y saludable.
Es imperativo que se implementen políticas de prevención y promoción de estilos de vida saludables desde la infancia. La educación nutricional, la promoción de la actividad física y el monitoreo regular de la salud cardiovascular en la niñez podrían marcar la diferencia para frenar esta tendencia alarmante. El desafío no es sólo médico, sino también social, y requiere la colaboración de padres, escuelas, gobiernos y sistemas de salud para proteger a los niños y garantizar una vida saludable.
Factores de riesgo cardiovascular
Los factores de riesgo cardiovascular son aquellos hábitos o condiciones que aumentan la probabilidad de desarrollar enfermedades cardíacas y circulatorias. Cuando una persona presenta varios de estos factores, su riesgo de sufrir un evento cardiovascular se incrementa de manera significativa. Entre los más comunes se encuentran: la obesidad y el sobrepeso. El exceso de peso es uno de los principales factores que contribuyen a enfermedades cardiovasculares. La obesidad infantil es un problema que ha crecido de manera alarmante en las últimas décadas, y está directamente relacionada con malos hábitos alimenticios y la falta de ejercicio.
El tratamiento de un evento cardiovascular en un niño menor de 15 años depende del tipo de evento y de las condiciones subyacentes que lo provocan. Sin embargo, las intervenciones suelen ser similares a las empleadas en adultos, pero adaptadas a las particularidades de los niños. A continuación, se muestran algunos enfoques terapéuticos y tratamientos que pueden utilizarse en estos casos:
En cuanto a medicamentos, se precisarán anticoagulantes, trombolíticos, vasodilatadores, antiarrítmicos, betabloqueadores o
inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o bloqueadores de los receptores de angiotensina (ARA II).
Por otra parte, algunos procedimientos intervencionistas y quirúrgicos que también les afectará como en los adultos son el cateterismo cardíaco, cirugía de bypass coronario o, incluso, el implante de marcapasos o desfibrilador interno.
Rehabilitación cardiovascular
Tras un evento cardíaco, es importante que el niño reciba rehabilitación, que puede incluir:
Ejercicio supervisado
Educación nutricional
Apoyo psicológico
Tratamiento de enfermedades subyacentes
Muchas veces, el evento cardiovascular en un niño está asociado con enfermedades subyacentes, como:
Enfermedades congénitas del corazón
Enfermedades metabólicas o genéticas
Hipertensión y obesidad
El tratamiento de un evento cardiovascular en un niño implica una combinación de atención médica de emergencia, medicamentos, procedimientos intervencionistas y manejo a largo plazo de factores de riesgo y enfermedades subyacentes. La intervención rápida y especializada es clave para mejorar los pronósticos y reducir complicaciones. Pero es clave insistir en que la prevención y hábitos de vida saludable pueden evitar en un alto porcentaje estas situaciones.