Real NBA Madrid (142-137)

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Sergio Llull anima al Palacio. (EFE)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Nunca dejes de soñar, porque soñar es el principio de un sueño hecho realidad. El Real Madrid logró la victoria de las victorias tras imponerse a Oklahoma City Thunder por 142-37 en un partido inverosímil en el que la épica madridista permitió una remontada de 20 puntos, tres canastas sobre la bocina de un Sergio Llull de otro planeta y un espectáculo que no se ve todos los días ni en la NBA.

La previa del partido dejó varios detalles de pura NBA. Doncic hizo de Curry en el calentamiento, los americanos pondrían las medidas, el parqué  y el tiempo de juego –48 minutos– y el Real Madrid jugaría con camisetas con mangas, que estrenaban para este encuentro. Pero la mejor noticia para los blancos fue la presencia de Rudy Fernández en el quinteto inicial, recuperado del esguince de tobillo sufrido frente a Unicaja.

El salto inicial dio paso a un intercambio de ataques rápidos en los que el físico de Adams y Westbrook marcaban las diferencias. El Real Madrid marchaba ya a remolque y solo un acertadísimo Carroll, con nueve puntos en el cuarto inicial, les sostenía en el partido. La estrella de los Thunder repartía juego haciendo gala de su físico, la ventaja comenzaba a rondar la decena, y lo peor, Oklahoma no parecía estar jugando un amistoso.

El vendaval Thunder continuó en un segundo cuarto en el que Westbrook descansó para dar paso a la exhibición del nigeriano Oladipo, autor de 14 puntos en la primera mitad, que llegó a poner a su equipo 20 arriba en los peores momentos del Madrid, que no conseguían encontrar el aro hasta la entrada del viejo Nocioni, que en su momento destacó en la NBA y que quería demostrar, y demostró, con seis puntos seguidos, que está para competir con todos.

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El que está para pelear por el título honorífico de mejor anotador de la historia sobre la bocina es Llull –lean hasta el final–, que silenció a los Thunder con un triplazo que dejó alucinados americanos e hizo confiar a los aficionados madridistas presentes en el Barclaycard Center de cara a la segunda parte.

A pesar del claro dominio de Oklahoma en la primera mitad, el aura de los terceros cuartos en el Palacio está por encima de cualquier equipo, incluso de los de la NBA. Poco a poco y aprovechando un pequeño bajón del rival, el Real Madrid comenzó a reducir la ventaja basándose en una intensa defensa y lanzamientos desde la línea de triples, donde Thompkins demostró que puede aspirar a un rol importante en el equipo.

La expulsión, por dos técnicas, de Gustavo Ayón mediado el parcial dejaba claro que los madridistas se estaban tomando muy en serio el encuentro. En su lugar entró Hunter, posiblemente la mejor noticia del Madrid en este inicio de temporada. El norteamericano defiende en campo abierto, intimida en ambos aros y aprovecha cualquier resquicio para aportar al grupo. Menudo guerrillero se han sacado de la manga Herreros y Laso.

Con Llull a los mandos y poniendo a prueba su nivel con los mejores – acabó con 22 puntos– el Madrid mantenía el encuentro con vida y amenazando con bajar de los diez puntos, mientras Westbrook tiraba de galones para no permitir soñar profundo a los blancos. Pero cuando el Real juega como sabe casi nada puede pararlo, y gracias a una batería de triples la barrera de los ocho puntos se convertía en invisible, culminada con la segunda de Llull en el clutch time parcial. Este tío silencia bocinas.

Todo se para con Llull

El comienzo del cuarto definitivo tuvo en Oladipo al jefe y en Anthony Randolph al héroe. Inspirado por sus compañeros, el fichaje estrella madridista decidió demostrar su talento NBA y se echó el equipo a las espaldas tras un comienzo dubitativo. Tres canastas suyas metieron al Madrid de lleno en el partido e hicieron ver, por fin, su mejor versión de blanco, aunque fuera por momentos.

El conjunto americano era un manojo de nervios y un triple de Rudy Fernández ponía por delante por primera vez al Madrid. Quedaban cuatro minutos y ya daba igual el partido del jueves, las rotaciones y que el rival fuera NBA. El Palacio enloquecía, pero apareció Kanter, haciendo honor a su mote, El Enterrador, para devolver la ventaja a los Thunder pero con todo por decidir.

Sergio Llull, en una acción del partido.

Rudy se encargó de demostrar porque jugó y triunfó por momentos en la NBA, pero Abrines, solo en la esquina y en dos ocasiones, demostró que tiene talento para jugar en la mejor liga del mundo. Una falta en ataque de Llull sobre el balear ponía las cosas casi imposibles a este impresionante Madrid, que no se rindió hasta el último segundo, y recogió sus frutos.

El culpable es Sergio Llull, que cuando parece que ya lo ha superado todo, reaparece y vuelve a sorprender. Cinco abajo, diez segundos. Tres tiros libres para Nocioni. Primero dentro, segundo dentro, tercero –de veterano– a fallar. Sonrían señores, el rebote le cayó a Llull en la línea de tres, para empatar, y ya lo saben. Para dentro.

La prórroga de los sueños

El regalo para los aficionados fue una prórroga que tuvo en Oladipo, tras un mate espectacular, y Llull, de nuevo y desde casi nueve metros, a los encargados de poner el espectáculo sobre las nubes. El Real de nuevo se ponía por delante, defendiendo, atacando, disfrutando.

Dos tiros libres de Carroll ponían a los blancos tres arriba con el público ya fuera de sí, y como no iba a estarlo, si hasta Othello Hunter estaba metiendo triples. El Madrid, Madrid entero, Europa entera, rozaba la victoria de las victorias con la yema de los dedos. Ya está aquí el triunfo que no vale nada pero lo vale todo. GRACIAS REAL MADRID.

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