Opinión
Con etarras e independentistas de encantados listos útiles

Ya estamos en un régimen de partido único

Lo de las autocracias no es algo nuevo bajo el sol, aunque lo parezca porque arrasa en el nuevo desorden mundial, los primeros que implementaron esta forma de gobierno de apariencia democrática pero fondo inequívocamente totalitario fueron los mexicanos. Concretamente, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que con sus diversas siglas gobernó la nación norteamericana de 1929 a 2000. Setenta añazos que se dice pronto. Fundado por Plutarco Elías Calles en 1929, se las ingenió para que la alternancia fuera una quimera durante varias generaciones con Gustavo Díaz Ordaz y mi medio paisano José López Portillo, procedía de Caparroso, como más desalmados exponentes. El primero es el responsable de la matanza de Tlatelolco de 1968, que se cobró la vida de más de 1.000 personas en la Plaza de las Tres Culturas de DF.

Mario Vargas Llosa definió la hegemonía del PRI como la «dictadura perfecta» porque ningún organismo internacional se atrevía a toser la legitimidad de una formación que vencía sistemáticamente en elecciones generales con sufragio universal. Cosa bien distinta es el modus operandi empleado para forjar esa unanimidad durante siete décadas: un pucherazo sistemático fomentado y financiado entonces por el PRI y sus satélites financieros y ahora por esos narcos que llevaron al poder a Andrés Manuel López Obrador y decidieron renovar su apuesta con la actual presidenta, Claudia Sheinbaum.

Hace cinco años, exactamente el 22 de marzo de 2020, una semana después de que Pedro Sánchez nos confinara a todos los españoles, escribí una columna premonitoria: Hacia un régimen de partido único. Los tics autocráticos ya se le adivinaban a un presidente que había llegado al poder con malas artes, acostándose con lo peor de cada casa, ETA incluida, y echando mano de la muleta de una sentencia amañada para derribar a quien le había sacado la friolera de 52 escaños de ventaja, Mariano Rajoy.

Tiene bemoles que mande más Pedro Sánchez con apenas el 35% de la Cámara Baja en su poder que un Felipe González que tenía casi el 60%

El caudillo hizo de la necesidad de confinarnos diabólica virtud. Con el Covid que él había fomentado confinándonos dos semanas más tarde de lo necesario, cerró el Parlamento y decretó dos estados de alarma declarados ilegales a posteriori por el Tribunal Constitucional. Entre medias, un general de la Guardia Civil adscrito a Moncloa, José Manuel Santiago, admitió en rueda de prensa que se dedicaban a «minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno» persiguiendo desafectos en las redes sociales. Lo que el golpista Antonio Tejero intentó con pistolas el 23-F, Sánchez lo consiguió sin disparar un solo tiro hace cinco años. Le dio igual ocho que ochenta que registráramos más muertos por habitante que ningún otro país occidental, su meta era servirse de la tragedia para restringir libertades y derechos. Con un par y sin apenas contestación.

El sueño del caudillo de convertir España en una farsa democrática de partido único es una incipiente realidad a pesar de la resistencia numantina de los jueces decentes y el cada vez más escaso periodismo libre. Lo peor de todo es que el pájaro lo está consiguiendo con el menor caudal de escaños de un presidente en ejercicio: 120 frente a los 137 que se anotó el vencedor de las elecciones, Alberto Núñez Feijóo, los 168 de Adolfo Suárez en 1979, los 202 de Felipe González en 1982, los 183 de Aznar en 2000 o los 186 de Mariano Rajoy en 2011. Claro que para ello ha tenido que dinamitar un consenso obvio previo: el de no gobernar jamás con quienes quieren independizarse de España y, menos aún, con quienes hicieron del asesinato y la extorsión, el matonismo en definitiva, una herramienta política. Tiene bemoles que mande más este pájaro con el 35% de la Cámara Baja en su poder que Felipe González con casi el 60%.

El marido de una tetraimputada Begoña Gómez que es carne de banquillo ha metido la quinta. Es tan malo como combativo, no da un balón por perdido, al César lo que es del César. Ahora va a por los medios, con el asalto a RTVE en plena DANA valenciana y la toma del poder real en Prisa desahuciando con malos modos a Oughourlian como máximos exponentes, sin olvidar esa salvajada estalanista que constituye una Ley de Medios que contempla multas de hasta 300.000 euros para los periódicos que se porten mal y la facultad gubernativa al más puro estilo Franco de decidir quiénes son periodistas y quiénes no y qué es un medio y qué un pseudomedio. Seguro que el dictador se está revolviendo de gusto en su tumba de Mingorrubio.

El caudillo Sánchez nos quiere colar otra muy gorda: incrementar el gasto en Defensa sin pasar por la sede de la soberanía popular

La Ley Begoña que pretende abolir un derecho constitucional, la acción popular, y entregar la instrucción de los casos a la Fiscalía, es decir, a Sánchez, es una golfada antidemocrática de marca mayor que reduce a la condición de aprendices a los grandes campeones en materia autocrática, Erdogan y Putin. La toma del control de Indra y Telefónica por parte del Gobierno, con el Palletazo como acongojante aviso a navegantes, y el intento de extender sus tentáculos totalitarios a Caixabank en general y Criteria en particular no auguran nada bueno tampoco en un sistema de libre mercado que nos ha proporcionado el periodo de mayor prosperidad de nuestra historia. Visto lo visto, la psicopática afición de Sánchez al poder tiene otra evidente explicación: la pasta. Éstos han venido a quedarse con las instituciones, obvio, no, requeteobvio, pero también están aquí para forrarse. A trincar que son dos días. Que ya no engañan a nadie.

No nos conformábamos con 20 tazas dictatoriales y ahora el caudillo nos quiere colar de matute una muy gorda: incrementar el gasto en Defensa sin pasar por la sede de la soberanía popular. Nada que no hayan hecho antes Putin, Erdogan, Maduro o cualquiera de los autócratas del mundo-mundial. Nada nuevo bajo el sol en España toda vez que el caudillo ha disparado ya la inversión en material armamentístico en 5.000 millonazos a espaldas del Congreso de los Diputados y, por cierto, con la anuencia de esos amigos de Adolf Putin que se esconden bajo el nombre de Sumar. ¡Qué envidia nos provoca a los demócratas observar al canciller alemán in pectore, Friedrich Merz, pactar el rearme de la República Federal con los socialdemócratas del SPD y Los Verdes! Más que nada, porque allí se respetan las reglas democráticas y, en consecuencia, estas cosas se aprueban en el Parlamento.

Los objetivos estratégicos de sus socios se concilian con el deseo compulsivo de Sánchez de seguir volando en Falcon y viviendo en Palacio

Otra barrabasada ha sido la exclusión de Vox, que fue la tercera opción política más votada en las últimas generales, de las reuniones mantenidas por el caudillo con los mandamases o portavoces de los partidos con representación parlamentaria para transmitirles la necesidad de disparar la inversión en soldados, tanques, misiles y aviones de combate. Una cacicada que Santiago Abascal debería llevar a los tribunales. Esto de no contar con la tercera formación de este país sólo sucede en dictaduras bananeras. Como igualmente indignante resulta que practique el apartheid, en afortunada expresión de Feijóo, con Vox mientras recibe alborozado en Palacio a la vocera de ETA en la Carrera de San Jerónimo, Mertxe Aizpurua. Una malnacida que confeccionó dos portadas de Egin que figuran ya por derecho propio en la antología de la infamia:

Ortega Lara vuelve a la cárcel—, publicada tras la liberación del funcionario de prisiones que pasó secuestrado 532 días en un zulo de 2,5 metros de largo por uno y medio de alto.

El edil del PP apareció con dos tiros—, titular del día después del asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Sánchez no actúa solo sino en compañía de los enemigos de la España constitucional: los embajadores del chavismo y la teocracia iraní en España, Podemos; los quintacolumnistas de Hamás y Putin, esto es, Sumar; los protagonistas del 1-O, ERC y Junts; los felones de un PNV que se asemeja al PRI mexicano con sus 40 años en el poder en el País Vasco; y naturalmente ETA bajo esa marca blanca llamada Bildu que está comandada por el antiguo capo de la banda terrorista, Arnaldo Otegi. Éstos son los listos útiles que manejan el ronzal de un potro desbocado llamado Pedro Sánchez. Le perdonan la vida en Moncloa a cambio de que les regale esa balcanización de la segunda nación más antigua de Europa que representa el gran sueño húmedo de todos ellos. Es, en resumidas cuentas, un Frente Popular 3.0 en el que los objetivos estratégicos de los unos se concilian con el deseo compulsivo del otro de continuar volando en Falcon y viviendo en Palacio hasta el día en el que Satanás lo llame a su presencia. Un régimen de partido único en el que Sánchez hace y deshace a su antojo porque los demás están a lo suyo: la independencia. La dictadura perfecta de la que hablaba Vargas Llosa en referencia a México ya es una realidad a este lado del charco.

Y el gran problema de España es Carlos Mazón. Manda huevos.