Vicente Gil: «Pedro Sánchez sigue los pasos de Largo Caballero en la República y de Chávez y Maduro»

Vicente Gil

En mayo y junio de 1936, el Frente Popular liderado por el PSOE  promovió un plan que llamó de «Republicanización de la Justicia». El Frente Popular había cometido un fraude masivo en las elecciones de febrero del 36 para atribuirse la victoria y llegar al poder. En aquel junio de 1936, el Frente Popular aprobó en la Comisión de Justicia de las Cortes de la República un tribunal de excepción para juzgar a jueces y fiscales. ¿Les suena?

El líder del PSOE, Francisco Largo Caballero, y los golpistas catalanes del 34, amnistiados por el Frente Popular nada más tomar el poder, idearon ese tribunal para vengarse de los jueces y fiscales de la República que habían pedido -dos años antes- para Companys y el propio Largo Caballero 30 años de cárcel por los golpes de estado de Asturias y Cataluña de 1934. Un total de 30.000 condenados por aquellos hechos salieron a la calle, amnistiados por el Frente Popular, y se unieron a las Milicias Socialistas (MAOC) que las Juventudes del PSOE habían creado en 1932, apenas un año después de proclamarse la República, para imponer su ley y la «justicia popular» al margen de la legalidad republicana en aquella España rural de las Casas del Pueblo del PSOE donde se repartían armas.

Ya cerca de la guerra se unirían a ellas las Juventudes Comunistas.
La II República duró 5 años, menos tiempo del que lleva Sánchez ahora en el poder. Al mes siguiente de su proclamación, el 10 de mayo de 1931, el gobierno ya tuvo que declarar el estado de guerra por la quema masiva de conventos e iglesias por toda España, los ataques a curas y monjas y la profanación de cementerios.

Con los años, las fotos de milicianos republicanos con esqueletos de curas y monjas se multiplicaron. En cinco años, la República pasó más tiempo en estado de guerra o excepción que en situación de normalidad.

En cinco años hubo cuatro golpes de estado. Salvo la Sanjurjada del 32, el resto protagonizados por el PSOE, los anarquistas y los independentistas catalanes particularmente en 1934. En aquel 1934, ahora se cumplen 90 años, el PSOE y los independentistas catalanes se aliaron para acabar con la República.

En noviembre del 33 la CEDA, las derechas, habían ganado las elecciones. El PSOE y Largo Caballero no aceptaron el resultado de las urnas. De Largo Caballero, el líder del PSOE, es la frase: «Si ganan las derechas las elecciones, iremos a la guerra civil. La República o es revolucionaria o no será». En la portada de El Socialista (órgano oficial del PSOE) y en la prensa de la época pueden leerse las amenazas de Largo Caballero y del PSOE: «No debemos cejar -dijo en varios mítines de aquella campaña del 33- hasta que en las torres y los edificios oficiales ondee la bandera roja de la Revolución». Largo Caballero y el PSOE no querían la bandera de la República. Querían entregar España a Stalin.

El detonante que buscó el PSOE para derrocar la República fue Cataluña. ¿Les suena la cosa? Largo Caballero se coordinó con los independentistas. El 14 de abril del 34, la fecha no fue casual, el Parlament de Cataluña promulgó la llamada Ley de Contratos de Cultivo. Fue la excusa. El Tribunal de Garantías de la República, que era el Tribunal Constitucional de entonces, la declaró ilegal. La Generalitat de Companys, de ERC, los socios del PSOE, se declaró en rebeldía contra la República y se pasó por el forro (como ahora) al Tribunal de Garantías.

Desde abril hasta octubre de 1934 la tensión con Cataluña fue insoportable. Largo Caballero y el PSOE aprovecharon esos meses para hacer más insoportable aún el clima de violencia y asesinatos políticos por toda España, particularmente en la obrera Asturias, a través de las MAOC, con la ayuda de las milicias anarquistas.

El 4 de octubre de 1934, Lerroux dio entrada a la CEDA en el Gobierno de la República. El 5 de octubre, al día siguiente, el PSOE y Largo Caballero hicieron estallar Asturias con el apoyo del PC y la CNT. Y, al día siguiente, el 6 de octubre, Lluis Companys declaró la independencia de Cataluña: el Estat Catalá. El gobierno legítimo de la República aplastó a los golpistas catalanes usando al ejército de la República.

El golpe de Asturias tardó más en sofocarse. El PSOE, los comunistas y los anarquistas asesinaron, en apenas 5 días, a 33 sacerdotes y religiosos y a 300 miembros de las fuerzas de seguridad de la República: Guardias de Asalto y Guardia Civil. Destruyeron 17 iglesias, 40 edificios religiosos y quemaron y destrozaron decenas de fábricas, casas, puentes y edificios públicos. Las MAOC del PSOE llevaban dos años entregando armas a los socialistas a través de las Casas del Pueblo o sedes del PSOE. En otros puntos de España, los anarquistas volaron trenes, como el expreso Barcelona-Sevilla, a la altura de El Puig, en Valencia.

Pese a la gravedad de los hechos, los golpistas socialistas de Asturias y los golpistas catalanes pasaron, sólo, año y medio en prisión después de ser juzgados por los fiscales y los jueces de la República de acuerdo a la legalidad republicana. El Frente Popular, con el PSOE al frente, los amnistió en febrero del 36 y devolvió a Companys y su gobierno a la Generalitat.

¿Les suena lo que les estoy contando? El Frente Popular necesitaba cambiar en beneficio propio la legalidad republicana y a los jueces y fiscales.
En cinco años de República hubo casi 4.000 asesinatos políticos, la mayoría por parte de las MAOC, convertidas en una fuerza parapolicial al margen de la legalidad republicana.

Desde el fraude de las elecciones de febrero del 36, la «republicanización» de la justicia (lo que Sánchez llama hoy «regeneración de la democracia») y la amnistía de los golpistas, el proceso de asesinatos políticos de ciudadanos por el mero hecho de ser de derechas o de llevar en la mano un ejemplar del diario Abc se multiplicó. Entre febrero del 36 y el inicio de la guerra en julio, casi 600 asesinatos políticos, la mayoría cometidos por las milicias socialistas y anarquistas.

La «republicanización» de la Justicia de aquel junio de 1936 fue el preludio de las chekas y de horribles crímenes. El fiscal general de la República, Valentín Gamazo, que había conseguido condenar a Largo Caballero y a Companys a 30 años de cárcel por los golpes de estado del 34, fue asesinado vilmente en el pueblo de Cuenca donde se había refugiado, sabedor de que Largo Caballero había puesto precio a su cabeza. Un grupo de milicianos de las MAOC, ya unidas a las Juventudes Comunistas, lo localizaron, lo torturaron delante de sus tres hijos, lo asesinaron delante de ellos y, después, asesinaron también a los tres chicos.

Aquel proceso de «republicanización» de la Justicia (la «regeneración democrática» de Sánchez) no fue otra cosa que la legalización de la venganza, la tortura y el crimen político por parte del PSOE, los anarquistas y los comunistas en connivencia con los amnistiados del golpe en Cataluña, a los que la justicia de la República, el ejército de la Repúbica y el gobierno de la República habían combatido en 1934. Fue simplemente, la legalización de la Justicia Popular y el crimen para hacer desaparecer a la media España que no era de izquierdas. El muro de Sánchez, pero a modo de paredón masivo.

El fiscal general de la República, Valentín Gamazo, no fue el único. Fue una de las miles de víctimas de los crímenes del PSOE, aunque quizá el fiscal Gamazo sí tuvo más suerte que, por ejemplo, el Obispo de Barbastro, cuyo asesinato fue por las mismas fechas. Los milicianos del PSOE le cortaron los testículos y lo dejaron desangrarse hasta morir delante de una masa enfervorizada de milicianos republicanos.

Son esos milicianos republicanos con los que Almudena Grandes soñaba viéndolos violar a monjas. Acabada la guerra, miles de ellos tuvieron que irse por piernas para no ser juzgados por sus crímenes. Es esa parte del exilio que la izquierda nos cuenta en plan romántico, de milicianos ideales que había luchado por la libertad y la república huyendo -los pobrecitos- del fascista Franco. No es verdad. Muchos españoles huyeron por sus ideas, por supuesto, pero la mayoría fueron criminales de guerra huyendo de la justicia por años y años de crímenes, no sólo durante la guerra sino desde el inicio de la República por el mero hecho de tener -por ejemplo- un crucifijo en tu casa o leer el Abc.

Fue el PSOE el que desde el minuto uno conspiró con golpes de estado, asesinatos y violencia callejera contra la República para convertirla en una dictadura con el apoyo de Stalin. Cuando toma el poder y promueve aquella «republicanización» de la Justicia, el PSOE ya tenía decidido llevarnos -como ocurrió- a una guerra civil pocos meses después en julio del 36.

¿Les suena a algo todo esto que les estoy contando de aquel PSOE de Largo Caballero y este PSOE de Sánchez, salvado la distancia del contexto histórico, europeo y político actual de 2024?

Desde octubre del 31, la llamada Ley de Defensa de la República, aprobada por las Cortes constituyentes, vino a ser usada por el PSOE y los anarquistas para acabar, entre otras cosas, con la libertad de prensa y acosar a la oposición con un instrumento absolutamente legal para hacerlo pero dictatorial. ¿Les suena?

Es la ley que Sánchez asegura que va a aprobar este verano para Sanjurjada. ¡Que le den morcillas, señor presidente!

Seguiremos investigando a su mujer y a su hermano, y a Koldo y a Ábalos, y a Illa y a Armengol… y a esa mafia venezolana de extraños espías de Maduro que rodea a algunos de ellos.

Es el nivel de matonismo del PSOE de Sánchez es el mismo, sin pistolas (porque no pueden hoy) que el de Largo Caballero. El mismo, con pistolas (porque allí sí pueden) que han vivido países como Venezuela, Argentina, Bolivia, Colombia.

El asalto a la justicia está en marcha. Largo Caballero lo llamó «republicanización de la Justicia». Sánchez lo llama ahora «regeneración democrática» determinando él desde Moncloa (como Largo Caballero en su momento) qué jueces, fiscales y periodistas son «demócratas» y quiénes no y, por tanto, deben ser purgados o encarcelados, que a esto vamos… no lo duden.

Es, también, la «republicanización» del Régimen del 78, de la Monarquía Parlamentaria que hoy representa el Rey Felipe, 10 años ya en el Trono. Sánchez y el PSOE la promueven lentamente por la puerta de atrás, poco a poco, uniéndose en Navarra a Bildu o en Baleares a la izquierda contra la princesa Leonor o permitiendo que se insulte y amenace de muerte al Rey en manifestaciones como las de ayer en Madrid de sus socios de Sumar y Podemos. Para la piñata de Sánchez en Ferraz sí había fiscal que actuara. Para el monigote del Rey pateado en el suelo no hay fiscal que actúe. Esta es la nueva justicia que Sánchez quiere instalar en España.

Esta es la «regeneración democrática» de Sánchez. Una regresión a una dictadura como la que quiso imponer Largo Caballero contra la República.
Aquello empezó con el asalto a la Justicia y terminó en una guerra en pocos meses. La República tuvo que defenderse contra un PSOE golpista y criminal que quería convertir España en un campo de concentración de Stalin.

Esta es la verdad que, por complejos del PP, se ha olvidado defender en estos años de democracia. El hueco que dejó el PP lo ocuparon Zapatero y Sánchez con sus leyes de memoria y el adoctrinamiento en las aulas.

Afirma el PP, siempre preocupado por lo que dice la izquierda, que se abre a negociar con Sánchez el CGPJ. Esperemos que sea un puro tacticismo para acallar bocas y que no parezca ante Europa que se niegan a negociar. Confiemos que lo de González Pons y Bolaños solo sea un paripé del PP o estamos muertos si negocian el CGPJ de verdad con Sánchez.
Realmente, con un poco de ojo, González Pons y Feijóo (si el PP español tuviera peso en el PP europeo) deberían pedir al PP europeo que bloqueara el nombramiento del socialista Antonio Costa como futuro presidente del Consejo y proponer a Sánchez para quitárnoslo de encima. Nos harían un favor.

Por dar ideas que no quede, señor Feijóo. Mucho mejor que sentar a González Pons y Bolaños a negociar absolutamente nada. Y más sabiendo el golazo que Bolaños le metió al valenciano por debajo de las piernas con el Tribunal Constitucional y Conde-Pumpido. Aún no saben cómo fue.

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