¿Va a pactar C’s gobernar con el voto de Carmena?
Tras el final del ciclo electoral, el mapa de la gobernabilidad de España semeja las piezas de un puzzle arrojadas sobre una alfombra por la carencia de mayorías absolutas. La misión de las distintas fuerzas políticas es juntar estas piezas para que surja el paisaje del puzzle, sólo que en este caso no está dibujado de antemano, sino que es un proceso libre y creativo donde el objetivo –queremos pensarlo así– es representar de la mejor manera posible el interés general de todos los votantes.
Sin embargo, los movimientos y conversaciones que está manteniendo Ciudadanos en Madrid, ayuntamiento y comunidad, no apuntan hacia esta dirección. Antes, al contrario, semejan la enésima reedición de la mentalidad Borgen –gusto por lo conspirativo, tendencia hacia lo rocambolesco, tratar a toda costa de lograr un nuevo golpe de efecto– que tanto hemos criticado desde este periódico. La política no es una teleserie de política.
Al menos de forma teórica, Ciudadanos podría lograr para sí la Alcaldía de la capital de España si, a cambio, encumbra a Ángel Gabilondo a la Presidencia de la Comunidad. Esta jugada implicaría: 1.) Que la tercera fuerza política en número de votos en Madrid ciudad fuese quien gobernase el Ayuntamiento 2.) Lograr, para que la operación salga adelante, que Más Madrid y PP, dos partidos que han superado a Ciudadanos en votos, se abstengan o voten a favor de C’s y 3.) Unirse a todas las fuerzas de izquierda en el ámbito de la Comunidad para hacer a Gabilondo presidente.
Todo sumamente improbable. Y aún hay más. Serían dos legislaturas, la municipal y la autonómica, cogidas ambas con alfileres; estarían presas de mil tensiones y luchas al estar armadas sobre alianzas tan heterogéneas desde el punto de vista ideológico y de alianzas de partidos.
Ciudadanos, desde la famosa foto de Colón, y aún desde antes, ha optado por ser un partido de centroderecha. Hace escasos días el propio Albert Rivera sostenía que estaba llamado a liderar la oposición frente a Sánchez. Adentrarse en semejantes cambalaches no sólo sería un pecado hacia sus votantes. También implicaría un error: los electores no se lo perdonarían.
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