Tres meses de la DANA: la izquierda monta el pollo, pero se olvida del Poyo

barranco Poyo

Tres meses después de la tragedia de la DANA que asoló Valencia causando la muerte a más 220 personas, el paisaje en torno a la desembocadura del barranco del Poyo sigue siendo desolador: un gigantesco estercolero en el que se acumulan bombonas de butano, colchones, plásticos, calderas, balones de fútbol, macetas, animales muertos y más de cuatro metros de ramas, troncos y basura. El Gobierno de Pedro Sánchez no ha hecho absolutamente nada y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), responsable de las tareas de limpieza, sigue cruzada de manos. Es una visión tercermundista, impropia de una nación desarrollada, denuncian los agricultores de la zona. «Yo le pregunto al Gobierno qué piensa hacer o si van a llegar las ayudas porque para limpiar toda esta suciedad hace falta millones de euros», afirman enfadados.

En esto no hay duda y no caben interpretaciones: es al Gobierno al que corresponde limpiar la zona. Y lo peor es que si no se procede con urgencia a despejar la zona, el riesgo de que vuelva a producirse una tragedia aumenta de forma considerable. En el colmo del cinismo, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) Miguel Polo insistió hace días en que «no somos responsables» de la catástrofe. Es más que discutible, pero en todo caso de lo que sí son responsables es de sanear la desembocadura del barranco.

Para la izquierda lo más fácil es montar el pollo y abandonar a su suerte al Poyo, porque lo más importante para ellos en estos momentos es politizar la tragedia para tratar de arañar un puñado de votos. Por eso, todos sus esfuerzos se concentran ahora en cargar contra el Gobierno de Mazón y se olvidan de lo verdaderamente esencial: limpiar la zona para que no vuelva a suceder una tragedia como la registrada hace tres meses. Tres meses que, a tenor del paisaje que presenta el barranco, han sido tres meses perdidos.

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