Un timo a Bruselas

Un timo a Bruselas

Un ingente plan de gasto público y masivas subidas de impuestos. Esta es toda la estrategia que el presidente Sánchez quiere poner en marcha para la próxima legislatura, con el agravante de hacerlo de espaldas a Bruselas. De la atenta lectura de los documentos oficiales enviados por el Gobierno socialista a la Comisión Europa en la actualización del Programa de Estabilidad se colige un plan que, de llevarse a cabo, tendrá un efecto seguro: la total ruina de la economía española.

La hoja de ruta para llevar a cabo tal despropósito se fundamenta en una serie de proyecciones a futuro difícilmente sostenibles, a saber: en primer lugar, imaginar que el crecimiento sostenible continuará durante los próximos años –lo cual implica negar todos los indicios de la desaceleración–; en segundo término, imaginar que la creación de empresas y trabajos permitirá alcanzar los objetivos recaudatorios; y, por último, creer que todas estas circunstancias permitirán alcanzar la cifra récord de 95.000 millones de euros recaudados vía impuestos.

Ante semejante proyecto, sólo cabe pensar dos opciones: Sánchez, en realidad, va de farol, y concibe este plan como una medida propagandística para seguir drenando votos a Podemos, pero no se lo toma en serio; o realmente cree en su Programa de Estabilidad y quiere ponerlo en práctica. Esta segunda opción, evidentemente, es mucho más preocupante. Sospechamos que lo que buscaría entonces sería organizar, vía Estado y vía impuestos, un enorme mecanismo de redistribución de la riqueza que le permita comprar voluntades para ganar las próximas elecciones.

El problema es que la sociedad en ningún caso soportaría una carga fiscal de semejante magnitud, a lo cual se añade la desaceleración económica, que como siempre los socialistas se empeñan en negar; una desaceleración que, para ser capeada de la mejor manera posible, exige medidas estimulantes y no depresoras. Si engañar a la Unión Europea no parece cosa sencilla –da la impresión que esto es lo que ha querido hacer el Gobierno socialista, remitiendo por un lado la estimación del PIB nominal y por otro, los objetivos de presión fiscal-, mucho más difícil es saltarse las leyes económicas y del sentido común.

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