Sueños equinocciales de una ministra vendehumo

Yolanda Díaz
Yolanda Díaz

La ministra Díaz está encabronada porque un sector amplio de las bases podemitas le han puesto la proa al considerar que ha traicionado al respetable al aceptar el maquillaje de la reforma laboral aprobada bajo el Gobierno del Partido Popular.

¡Es lo que tiene cuando te tiras el moco en barbecho! O dicho de otra manera: cuando prometes lo que no puedes cumplir. La semana que termina hemos vuelto al confeti gallego a propósito de los datos del paro que doña Yolanda cree que se deben exclusivamente a sus oficios de meiga. Mire, doña, cuando España continúa teniendo el mayor índice de paro de toda la Unión Europea (del juvenil, ni hablamos), que sobrepasa de largo los 3.200.000 desempleados, menos humos.

La creación de empleo, sin matizar, le ha permitido el otrora diario independiente de la mañana, un genuflexo y desacreditado panfleto, para hacer sonar las trompetas del olimpo. Digo sin matizar, porque la mayor parte de ese empleo que enloquece al Gobierno se ha creado bajo dinero público y por cuenta de las administraciones. Luego, vendría el otro dígito. El empleo de “sustitución” creado en los dos últimos meses ante las bajas laborales producidas por el virus de Wuhan.

La propaganda es parte esencial de la larga marcha emprendida por Díaz hacia el poder. He ahí, entre otros argumentos, su esencia comunista capaz de vitorear a Maduro/Castro/Xi Ping y llegar hasta Lénin y Stalin.

Ya escribí en semanas anteriores en este mismo espacio digital que todo lo que toca la delfina de Iglesias es y resulta “histórico”. En su lenguaje camaleónico donde poco importa la verdad sino lo que parece.

¡Menos lobos, caperucita enchestada!

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