Sánchez pone en peligro la seguridad nacional
Otra de las hazañas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puede costarnos muy cara: el jefe del Ejecutivo ha dinamitado las buenas relaciones entre los servicios secretos hispano-marroquíes en un momento en que la fase de alerta en la lucha antiterrorista se encuentra en el nivel «cuatro reforzado» en una escala de cinco. Dicho de otro modo: la información que provenía de Marruecos en materia antiterrorista ha quedado reducida a la nada, lo que supone un riesgo evidente. Esa relación ya venía muy deteriorada, pero el traslado a un hospital de Logroño del líder del Frente Polisario, ocultándoselo a Rabat, ha terminado por agravar aún más una situación que deja expuesto a nuestro país y a la UE.
Según fuentes de los servicios secretos, si el apagón informativo sobre las células yihadistas y el seguimiento a sus activistas más radicales perdurara de manera indefinida, entraríamos en un escenario de altísimo riesgo. Marruecos es el segundo país musulmán que más jóvenes aportó al Estado Islámico y algunos de los atentados más cruentos han sido perpetrados, precisamente, por terroristas procedentes de la zona de Tetuán.
En suma, que el culebrón del líder del Frente Polisario no se ha saldado sólo con la invasión de Ceuta por parte de miles de seres humanos instrumentalizados por Rabat, sino que la grave situación que atraviesan las relaciones entre Marruecos y España puede provocar un auténtico agujero en materia de seguridad. Es verdad que la normalidad ha vuelto a Ceuta, pero no lo es menos que el desenlace del caso Ghali puede complicar todavía más la situación y que si el líder del Polisario abandona España desafiando a la Audiencia Nacional entraríamos en una fase de imprevisibles consecuencias, sin que se pueda descartar la ruptura plena de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Es lo que ha conseguido Pedro Sánchez: ya no es sólo Ceuta -y también Melilla- quienes se ven amenazadas, sino España entera.