Sánchez, la indignidad por bandera
La denominada Mesa de Diálogo entre el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña comenzó con una reunión previa entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès que sirvió para simbolizar de forma meridiana hasta qué punto el presidente del Gobierno es capaz de pasar por el aro de los golpistas en su permanente afrenta a España y los españoles. El presidente fue recibido en la entrada del Palau de la Generalitat con una única bandera, la catalana, ante la que se inclinó de forma visible, mientras lo invisible era la bandera de España, que no estaba en ninguna parte. Después, durante la comparecencia del presidente de la Generalitat para dar cuenta del contenido de la primera reunión de la Mesa de Diálogo, la bandera de España fue retirada por un ujier. La sala era la misma donde también compareció minutos antes Pedro Sánchez flanqueado por la bandera española y la bandera catalana. El desplante de los golpistas catalanes a la enseña nacional fue palmario, pero el presidente del Gobierno tragó de forma indecente olvidando que la bandera española es el símbolo de la nación, el signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en a Constitución española.
Alguien tratará de justificar lo ocurrido con el argumento de que es una anécdota sin importancia. Nada de eso. No es una anécdota, sino una afrenta más urdida por el separatismo ante la indolencia más palmaria de un presidente del Gobierno que no ha movido un dedo para evitar la ofensa. De la misma manera que Sánchez se inclinó ante la bandera catalana por respeto, por respeto a España y los españoles debería haber exigido que la bandera nacional estuviera presente a su llegada a la reunión y durante la comparecencia del presidente de la Generalitat de Cataluña. No lo hizo. Y es que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, lleva la indignidad por bandera.
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