Opinión

¡Sánchez dimisión, elecciones ya!

Este sábado 10 de mayo, 129 asociaciones cívicas, aglutinadas en la Plataforma por la España Constitucional, han convocado una gran manifestación a las 12 en la Plaza de Colón, en Madrid, bajo el lema «Por la dignidad de España: Sánchez dimisión, elecciones ya», respaldada por el Partido Popular y por Vox. La plataforma convocante es un movimiento ciudadano transversal que agrupa a colectivos, foros, fundaciones, juristas, antiguos parlamentarios y personalidades del ámbito académico y civil, sin vinculación con ninguno de los partidos políticos que la apoyan desde fuera, como el ex presidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras, el ex diputado Marcos de Quinto, o el ex fiscal de la Audiencia Nacional Ignacio Gordillo, entre otros muchos. Ya el 20 de octubre de 2024 esta misma Plataforma impulsó un acto similar al que asistieron más de 400.000 personas, según los organizadores. En aquella ocasión la consigna más repetida fue: «¡El Gobierno es una mafia!».

El Partido Popular respalda esta manifestación que parte de la sociedad civil y ha comunicado que acudirán dirigentes del partido para mostrar su rechazo al «mal Gobierno» de Pedro Sánchez. Borja Sémper, portavoz nacional del PP, ha calificado como «justa» la reivindicación de la convocatoria y ha reclamado a Sánchez que convoque elecciones. Por su parte, el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, también la ha respaldado, afirmando que su partido «acude a cualquier concentración que sea para denunciar la corrupción del Partido Socialista» así como «la urgencia de la convocatoria de elecciones generales». Garriga ha confirmado también que habrá presencia de miembros de su formación en la concentración.

«No basta con indignarse en casa o en redes sociales. Es momento de dar un paso al frente, de demostrar que hay una mayoría, de todas las sensibilidades, dispuesta a defender la legalidad, la libertad y la dignidad nacional», dice el comunicado con el que los convocantes animan a acudir a esta concentración a la que llaman a todos los que creen en una España libre, democrática y constitucional, que supo cerrar las heridas del pasado. Reclaman la dimisión del presidente del Gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas justificándolo en el creciente malestar de los ciudadanos ante los múltiples casos de corrupción que tienen imputados en el entorno más directo de Pedro Sánchez, así como en decisiones como la amnistía a los golpistas catalanes o el traspaso de competencias en inmigración y fronteras a la Generalidad de Cataluña, por la debilidad parlamentaria de un presidente del Gobierno que fue investido en minoría, pese a haber perdido las últimas elecciones generales, y se mantiene en el poder a base de cesiones a los partidos separatistas que resultan inasumibles para la mayoría.

Pedro Sánchez asiste impertérrito a la imagen de su esposa, Begoña Gómez, imputada por cuatro delitos que no habría podido cometer sin estar casada con el presidente del Gobierno. Tampoco se inmuta cuando ve a su hermano David declarando en un juzgado que le imputa otros cinco delitos que tampoco habría podido perpetrar sin apellidarse Sánchez Pérez-Castejón. Le da lo mismo ver a su mano derecha, José Luis Ábalos, acusado de haberse forrado vendiendo a instituciones controladas por el PSOE mascarillas defectuosas durante la pandemia. Y mantiene en el puesto al que llama «su» fiscal general, acusado de haber revelado secretos judiciales en su beneficio político. Pero a la ciudadanía española, que respeta la democracia y está libre de sectarismo partidista, todos estos casos nos repugnan y avergüenzan.

Si a tanta corrupción le sumamos que, para mantenerse en el poder, Sánchez depende de partidos separatistas y proetarras ante quienes se ve obligado a ceder una y otra vez. Y a esto le añadimos la degeneración democrática que suponen sus continuos ataques al poder judicial independiente y a la prensa libre; así como la degradación de los servicios públicos provocada por haber enchufado al frente de todos ellos a inútiles e incompetentes, que a su vez han colocado por debajo de cada uno de ellos a sus familiares, amiguitas, amantes y sobrinas; el resultado es una situación que no se sostiene ni un día más. Efectivamente, no basta con indignarse y protestar, hay que dejar claro al resto del mundo que Sánchez nos avergüenza y que nos aleja de la democracia acercándonos cada vez más a una tiranía chavista respaldada sólo por enchufados y sectarios.