Opinión

El Sánchez de derechas suma con el Sánchez de izquierdas

Tras el fiasco, la semana pasada, de la investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, creo que vale la pena reflexionar sobre la persona y la estrategia del candidato. A día de hoy, para muchos españoles Sánchez es un político tendente a llevar al PSOE a la extrema izquierda, abierto a pactos con Podemos, con los independentistas, y hasta con Bildu. A esa concepción responden las estrategias de la oposición y sus cordones sanitarios.

Sin embargo, creo que vale la pena plantearse la hipótesis de que Sánchez sea otra cosa. Y es que, según recuerdo, en los primeros tiempos de su ascenso político, en aquellas primarias que le ganó a Eduardo Madina, Sánchez era visto como un socialista moderado, europeísta, centrado y tenía buena imagen. Algún periodista cortesano afirma incluso que se iba presentando entre el establishment como un liberal progresista. De ser aquello cierto, el “no es no”, su línea en las segundas primarias (las que le ganó a Susana Díaz), la moción de censura o los pactos con Podemos en Ayuntamientos y Autonomías, habrían sido mera táctica para alcanzar la Moncloa y desde allí ascender como un líder moderado, con el apoyo de políticos europeos de peso, y una política socialdemócrata pero no ruinosa como la practicada por Zapatero.

Hasta cierto punto, desde la foto de Colón hasta hoy, el Sánchez no ha querido ser el uno (el del no es no), sino el otro (el de Macrón, el centro liberal, el pacto del abrazo, y el rechazo a Podemos). Un Sánchez que aspiraría en unas segundas elecciones a devolver al PSOE a las puertas de la mayoría absoluta. No es una hipótesis descartable. Pero, de ser cierta, tanto Sánchez como la oposición, tienen un problema. Tiene un problema Sánchez porque la siembra de ideas y pactos con “su banda” ha sido tal, que desprenderse ahora de la mochila política generada puede hacerle perder muchos votos a favor de sus socios: si Sánchez ya no es tan de izquierdas, no tiene sentido que la vera izquierda le siga votando. Tienen un problema sus socios porque aprovecharon la moción para presentar a sus electores el pacto con el PSOE como una oportunidad y, de ser cierto el otro Sánchez, ahora deberían defender una línea dura que suscitará en los votantes desconfianza por el cambio de rumbo.

Tienen un problema, en fin, las derechas, pues se han creído que con dejarse llevar por la inercia del Sánchez original podrían volver al poder, y ahora Sánchez ha demostrado que les puede disputar el voto de mucha gente a la que no les da tanto miedo como el discurso de la oposición pretende. Teniendo en cuenta el poder mediático inherente a La Moncloa, y la capacidad del PSOE para aprovecharlo y construir el relato común a su gusto, es probable que el problema que supone este otro Sánchez sea sólo para las derechas y los socios de la moción y que el PSOE salga reforzado. Si así fuese, los españoles habrán experimentado una suerte de “timo” político, pero el PSOE seguirá en el poder por muchos años. De la capacidad del PSOE para confundir dependerá por tanto el futuro político.