Sánchez conspira contra Sánchez
Definitivamente, las carísimas vacaciones bokassianas en La Mareta -por cuenta del contribuyente- no han sentado bien al señor presidente del Gobierno. Ha vuelto enloquecido, desatado, fuera de sí, un hooligan del sanchismo, con actitudes impropias del primer ejecutivo de la nación. Sólo parece entenderle (por precio, naturalmente) José Félix Tezanos, el visitador nocturno que sólo acude con la bandeja de buenas noticias para el que firma su nómina. Reales, inventadas o prefabricadas.
Ningún primer ministro de países que conforman la Unión Europea presenta avales de desbarre tan descriptivos como los de Sánchez. En menos de sesenta minutos de cualquier día, es capaz de arremeter en plan Maduro contra jueces, fiscales, periodistas, empresarios y todo el jodido mundo que no le baila el agua.
Ha dicho textualmente: «La derecha política, económica y mediática quiere que los progresistas nos rindamos, pero no nos vamos a rendir…» ¿Progresista Sánchez? ¿Sobre qué baremos? ¿Sobre qué supuestos ideológicos y de dignidad personal? Progresista viene de progreso y todo en Sánchez es retroceso. Progresista es antes que nada vivir como se predica y no andar chapoteando en falsedades. Arremete contra los que crean empleo y pagan impuestos, mientras su padre, al parecer, un empresario fake, recibe cientos de miles de euros en la oscuridad. Ser progresista significa entre otras cosas, ser transparente -lo que significa no tener nada de lo que avergonzarse- y no declarar todo «secreto de Estado» como viene haciendo desde que alcanzó la jefatura del Gobierno mediante una moción de censura todavía inexplicada.
No hay nadie en este país que conspire tanto contra Sánchez como Sánchez. Con hechos incapaces. Los del Ibex -su nuevo plagio de la podemia- le han venido arropando en sus miserias desde el principio hasta hoy. Supongo que en esa derecha incluirá a su asesor Zapatero, que en los tiempos en los que calentaba su sillón no tuvo reparo alguno en pedirle a su chófer oficial que le condujera hasta el despacho de Emilio Botín para dorarle el lomo. Lo mismo que él y sus ministros con Ana Patricia Botín.
Sánchez tiene un gran problema y no es la conspiración del mundo mundial contra su excelsa sanchidad. No le cree nadie, ni siquiera entre sus propias filas. ¿Una prueba? El índice de audiencia que cosechó en TVE su última entrevista con alfombra roja. La «gente» pasa de él. La aburre siempre con las mismas cantaletas y promesas ad calendas grecas. Lo que opina una inmensa mayoría del pueblo español -tras cuatro años ya subido en el machito- lo sabrá a ciencia cierta el día que sea desalojado por ese pueblo del que se apropia.
Hay, sin embargo, una cosa cierta en sus peroratas. Ningún Gobierno desde el inicio de la Transición ha tenido que enfrentarse a diversos tsunamis de todo orden. Ocasiones para haber demostrado lo que no es: un hombre de Estado. Todo le sale mal. Anda como pollo sin cabeza de un lado hacia otro, utilizando el poder institucional (que no es suyo) para dar gato por liebre. Los españoles le mandarán al averno -o no- por sus hechos, por su gobernanza, por su honestidad, no por lo que digan los grandes energéticos y la banca. En esas continuaremos hasta que los españoles puedan dictar sentencia.
Lo último en Opinión
-
Eso del «yo sí te creo, hermana» no funciona en el PSOE andaluz de la ministra Montero
-
No es fácil ser reina
-
Sube & Baja, por Jaime Peñafiel: semana del 5 al 11 de julio de 2025
-
Yoli, show comunista antidemocrático apoyando la corrupción del jefe
-
«O Sánchez o yo»: una manera de acabar con la pesadilla
Últimas noticias
-
Paliza histórica de Swiatek sobre Anisimova para conquistar su primer Wimbledon
-
Así queda la clasificación general del Tour de Francia 2025 tras la etapa 8
-
El Ayuntamiento de Palma limpia la pintada vandálica de Arran en la fachada de la Conselleria de Turismo
-
El nuevo tatuaje de Sergio Ramos por el aniversario del Mundial de Sudáfrica que no deja indiferente a nadie
-
Jonathan Milan conquista al ‘sprint’ la octava etapa del Tour de Francia y Pogacar conserva el maillot