Opinión

El Rubicón electoral será Andalucía

Mi amigo Juan Carlos Cubeiro define a Extremadura como «la Toscana de España». Y algo de razón tiene. Esa mezcla de belleza campestre y rupestre, donde anidan en dos majestuosas provincias todos los dichos populares y rimas que la nación ha ido compartiendo secularmente, será el escenario de la apertura de un ciclo electoral que marcará el devenir del país en los próximos años, quizá décadas. De lo que resulte en tierras de conquistadores se hablará unas semanas, porque confirmará lo que el contexto lleva tiempo advirtiendo, primero en Europa y cinco minutos después, en la España que no aprende.

Todos están pendientes de Extremadura porque serán las primeras elecciones, desde que las informaciones periodísticas se han hecho sentencia, que juzgarán al sanchismo como estructura criminal y al PSOE como partido que ha enfangado la democracia como ninguna formación hiciera antes. Han convertido cada rincón de España, político o no, en un charco putrefacto de intereses corruptos, donde las mediocres élites que dicen dirigir el cotarro siguen plegadas, sumisas al BOE y a su cuenta de resultados, impertérritas ante el destrozo irreversible que el socialismo está haciendo por doquier. La permanencia de Sánchez y la continuidad opaca en las operaciones de su jefe y verdadero número uno en la sombra, Zapatero, responden a una desidia empresarial y social incomprensible, porque, si bien a los primeros no afectará una factible ruina nacional, quienes alientan la eterna magnanimidad del Estado para alimentar su dependencia económica, acabarán por pagar en carnes su corralito personal, sin más salida que la caridad constante de quienes sufragan con sus impuestos esa servidumbre.

Ahora veremos si estamos frente a un pesebre imposible de controlar, o aún podemos esperar de la ciudadanía un último hálito de rebeldía ante el robo cotidiano, literal y metafórico, que están haciendo los delincuentes que apoltronan las instituciones de incompetencia y negligencia. No subestimen el poder cautivador que tiene el socialismo cuando de comprar voluntades de trata. Extremadura es el mejor ejemplo de que, incluso con una cabra imputada como candidata, habría gente que seguiría votando al PSOE.

Pero Extremadura es sólo un alfiler en el taller de la costurera. El verdadero Rubicón electoral será Andalucía, en junio, cuando comprobaremos el tamaño del pendulazo imparable, porque ahí se certificará la defunción de un proyecto autocrático y dibujará la alternancia o alternativa que vendrá tras Sánchez. Guardiola alteró el calendario para no depender de Vox, en el enésimo intento de Génova por diferenciarse del único aliado lógico que le queda para cambiar el orden natural de las cosas. Si Feijóo no sacó mejores resultados en las generales de julio de 2023 fue, verano azul mediante, por estrategias guardiolescas de negación de realidad sociológica. Si después del domingo, resulta que el trasvase de votos mayor se produce desde el PSOE a Vox y no desde el PSOE al PP, alguien en el búnker popular debería llamar a filas a quien pergeñó tamaño órdago suicida.

Porque la idea, lógica y legítima, que busca evidenciar el fin de ciclo del sanchismo, igual sirve para apuntalar que la derecha política tiene hoy un nuevo caladero de votos que delimita mejor las apetencias ciudadanas y habla un lenguaje alternativo más próximo a la realidad que al pragmatismo del voto útil y a la utopía del corruptor de escaño. Leer con anteojos políticos ajenos al sectarismo y a la militancia de partido lo que pasa en Europa, resulta un termómetro fiable para desmontar mantras caducos que algunos siguen instalando campaña tras campaña.

La vuelta electoral a España comienza en Extremadura con una etapa de salida que será una contrarreloj individual, donde la candidata que más se juega podría perjudicar las siglas de su partido por calcular mal los tiempos, y quienes se presentan bajo la fortaleza de las siglas arrastrarán consigo el crecimiento centrípeto de estas en las urnas. Pero lo importante que deberemos evaluar el próximo domingo, y días siguientes, será si asistiremos al comienzo de la prueba definitiva sobre el fraude que el autócrata de Moncloa, junto al lobista de narcodictadores, parece dispuesto a perpetrar contra la democracia para seguir en el poder. Y bajo ese escenario, no habrá cuerpo electoral que resista. Porque ya no habrá nación, ni suma de sus partes.