De rodillas ante el catalanismo
De rodillas ante el independentismo hasta el último suspiro. El castigo de Armengol por pactar con socios de esta calaña es el mismo que sufre el PSOE a nivel nacional por su alianza con comunistas, independentistas y filoetarras. Lamentablemente las consecuencias, al menos hasta el 27 de mayo, quien las va a pagar va a ser el ciudadano, en este caso los pacientes de la sanidad pública, un servicio que ya camina sobre la tela de una araña y al que sólo falta que le pongan palos en la ruedas, como ha hecho hoy la presidenta del Govern al plegarse a la exigencia de Esquerra Republicana de Catalunya (perdón, Més per Mallorca) de no permitir que se atienda a los enfermos en otro idioma que no sea el catalán. Hay que ser un verdadero fanático para anteponer el catalán a la salud, pero hay que ser también un verdadero irresponsable para consentir semejante monstruosidad.
Por supuesto que el PSOE es consciente del enorme error que está cometiendo. Hace sólo 48 horas que viraba al lado contrario en un momento de lucidez y sensatez, pero ha bastado que sus socios independentistas amenazaran con romper el pacto para arrodillarse y concederles todo lo que piden. También en esto demuestra poca inteligencia Armengol. Perro ladrador, poco mordedor. Hay más opciones de que Baleares vuelva a quedar geológicamente unida a la península que Esquerra Republicana de Catalunya (perdón, Més per Mallorca) abandone sus cargos públicos y con ello renuncie a sus generosos sueldos. Sin embargo, Armengol y su nefasto gobierno no lo ven así y están dispuestos a practicar la genuflexión hasta donde sea necesario. Incluso aunque eso suponga hacer el ridículo.
Por cierto que llama la atención la tibiez del PP en un asunto de tal gravedad como éste que mantiene colapsada a la Sanidad balear. Los populares deben perder el miedo a enfrentarse al pancatalanismo porque, además, están muy equivocados si creen que en ellos van a encontrar un aliado. Su política de no enfrentamiento con el independentismo no sólo no les va proporcionar el rédito de ningún voto, sino que les costará perder muchos sufragios en favor de otras alternativas más contundentes, que es precisamente la actitud que les reclaman muchos de sus votantes.