Reacción o retrocesión frente a Rusia

En las últimas semanas Rusia ha lanzado miles de drones y ha intensificado los bombardeos masivos sobre Ucrania, sin limitarse a las zonas del frente. También ha dado carta de naturaleza a la guerra híbrida con Occidente, acometiendo diferente tipo de agresiones, que van desde las amenazantes incursiones en el espacio aéreo de los países limítrofes a los ciberataques a los sistemas de comunicación y control de aeronaves de algunas autoridades europeas. Resulta paradójico (¿o quizá no?) que estos hechos ocurrieran mientras la ONU celebraba su Asamblea General y el mundo entero exhibía sus ansias de paz. El propio ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, insistía el sábado en la falsedad de las acusaciones que los países bálticos, Polonia, Rumanía y hasta Alemania o Francia están haciendo a Rusia, a la vez que utilizaba un inquietante tono para amenazar con los males del infierno a la OTAN y a la UE si se agrede el territorio o el espacio aéreo ruso.
Porque con independencia de las palabras de Lavrov, que son tan falsas como obligadas, Rusia ha emprendido un camino de alejamiento definitivo de la comunidad y las instituciones occidentales, y se ha preparado para cohabitar en un ambiente permanentemente hostil. Da igual que la llegada a este escenario haya sido la voluntad original de Putin o la consecuencia de la fallida operación militar en Ucrania, la realidad es que, llegados hasta aquí, está protagonizando una obligada huida hacia delante que necesita que sea percibida como muy aparatosa y muy peligrosa; que Europa sienta que a Rusia hay que dejarla hacer y deshacer, agredir y amenazar, no vaya a ser que… ¡y se les hiela el corazón tan solo con pensarlo!
Occidente, y más concretamente Europa, se puede enfrentar entonces a ese dilema de diferente manera: o adopta una posición pacifista acobardándose ante la amenaza rusa, y para no llegar a que se cumpla consiente y se pliega al matonismo de Putin; o lo enfrenta con valentía, dignidad y determinación. La respuesta a este reto debiera ser evidente para todos, pero hay quienes se envuelven en la bandera del pacifismo e insisten en argumentos falaces que ocultan entreguismo y restos de la antigua afinidad con el socialismo soviético.
Europa, incluso sin contar con los EEUU, tiene población, capacidad económica y tecnología suficiente para responder a cualquier ataque de Rusia con armas convencionales, y se equivocaría si no optara por aprovechar esa ventaja. Para este año 2025, la Unión Europea alcanzará una cifra de 380mil millones en gasto militar (sin contar los 80mil millones de UK) dedicando apenas un 2% del PIB comunitario, mientras que Rusia gastará 140mil millones, consumiendo el 8% de su PIB y más del 20% del gasto público.
Gracias a Dios las potencias europeas, y los países bálticos y nórdicos que sienten directamente la amenaza del expansionismo ruso, lo han visto claro y están comenzando a reforzar las políticas de defensa y reorientar recursos que se estaban dedicando, no ya a gasto social, sino a causas igualitaristas e identitarias del progresismo woke. Algunos líderes, como el canciller Merz o el primer ministro Starmer, están enfrentando el reto con decisión, y eso a pesar de tener que contar con los socialistas, el primero, o ser nominalmente laborista, el segundo; pero quien se demuestra cada vez como una figura a la altura de los tiempos es la presidenta del Gobierno italiano, Giorgia Meloni. Sin duda pronuncio en la Asamblea de la ONU el discurso más brillante y lúcido; llamó a las cosas por su nombre, sin estridencias, pero también sin complejos.
¡Qué envidia de los italianos! Basta ya de políticos carismáticos; queremos gente normal: planteamientos inteligentes y valientes, formas medidas, mensajes comprensibles y coherentes, principios solidos… Porque en las antípodas de Meloni se desenvolvió el presidente Sánchez, que nunca pierde la oportunidad de estar donde no debe. Se conoce que se ha creído el cuento del Nobel y, aunque las circunstancias en el mundo requieran sacrificio y determinación, él siempre se pone de parte de sí mismo y se pone a hablar de su libro: pacifismo, identitarismo, ecologismo, feminismo…, ¡vamos toda la cargante retórica del wokismo!
Lástima que no sea coherente y creíble defendiendo con Putin una posición tan exigente como con Netanyahu. Contra Rusia no impulsa bloqueos y no alienta manifestaciones; y no lo hace porque el conflicto de Ucrania no le sirve como argumento confrontacional con el PP, evidenciando que su posición radical con la guerra de Gaza es una impostura que le permite no tener que hablar del carajal que tiene en el Gobierno, en el Parlamento, en su partido y hasta en su casa. Entonces tampoco para enfrentar los problemas que está generándonos Rusia nos sirve Pedro Sánchez; como bien le dijo Feijóo respecto de Netanyahu, ¡si lo necesitara para seguir en la Moncloa también se encamaría con Putin!