Opinión

PSOE y Sánchez como muestra de la degradación de la libertad de expresión

  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

Sí, Pedro Sánchez, además de querer controlar a la Justicia en su campaña de destrucción de la democracia, como cualquier dictador vocacional, ya ha empezado a disparar contra la prensa que no le baila el agua. Empezaron las principales asociaciones de periodistas preguntándose sobre el objetivo real de esa «regeneración» que propuso el presidente del Gobierno, pues en su comparecencia del lunes para anunciar su continuidad en el Palacio de La Moncloa se limitó a una declaración sin preguntas y sin presencia de los medios de comunicación.

Como digo, el ataque ya ha comenzado y no han tardado algunos de sus Beiras de pacotilla a amenazar con purgas y señalar a Beito Rubido, director de El Debate, por un comentario realizado en una tertulia. La misma Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA, por sus siglas en inglés) le ha mostrado su «apoyo y afecto» tras los ataques recibidos por parte del PSOE. Incluso EEUU, en el informe anual del Departamento de Estado, ha lanzado una llamada de atención sobre los peligros que acechan a la prensa libre en España. El documento, al que ha tenido acceso OKDIARIO, que en este punto se basa en Reporteros sin Fronteras, ha señalado la existencia de «acoso» por parte de «funcionarios gubernamentales» y «políticos» contra «ciertos medios de comunicación y periodistas».

Lamentable como es todo ello, a mi parecer se enmarca en una crisis de sentido y de falta de fortaleza en los principios que ha dado lugar, por ejemplo, al reventón cual pus del autoritarismo más extremo en los campus universitarios tanto de EEUU como de Europa. Durante años hemos tolerado la falta de pluralidad política en aulas y universidades, aceptando suicidamente una especie de plus de superioridad moral por parte de la izquierda. Esto causó un desequilibrio de la balanza en tal extremo que finalmente animó, en el caso de la Universidad, a unas protestas en favor de Palestina que han arrasado con la libertad de expresión para todos. Resultado: un antisemitismo criminal exhibido sin el menor recato.

Hay rayos de esperanza desde el momento en que la presidenta de la región parisina, Valérie Pécresse (derecha liberal), enfrenta el problema del afán totalitarista de la izquierda, toma la decisión y decide recortar la financiación del Instituto de Estudios Políticos de París, señalando la dejación de responsabilidad de sus autoridades, que se han dejado arrasar por los propalestinos. Así lo ha expresado ella misma: «Una minoría de personas radicalizadas que apelan al odio antisemita y son explotadas por el LFI (partido de Mélenchon) y sus aliados de la izquierda islamista no pueden dictar su ley a toda la comunidad educativa».

Tomar decisiones con determinación no implica acabar en una merma del derecho a la libertad de expresión (como querrían los nuevos censores de la izquierda), incluso para esos mentecatos que jalean a asesinos. Una vez más hemos de recordar que la prueba de nuestro compromiso con la libertad de expresión cristaliza cuando exigimos su protección incluso para nuestros enemigos y para los discursos que odiamos. No sólo, como pretende hacer el PSOE, para nuestros amigos y para los discursos que nos gustan.

Por eso el ejemplo de Valerie Pécresse es esclarecedor pues defiende el derecho a un debate libre, ilustrado y respetuoso en las universidades francesas, de acuerdo con los valores universales del humanismo que deberían encarnar y que están en el corazón del pacto republicano que encarna en España nuestra monarquía parlamentaria. Son nuestras acciones las que se deben juzgar y castigar conforme a la Ley, no nuestras ideas. Nos espera un duro camino de resistencia en España.