Al presidente le gusta chapotear en el detritus

Presidente detritus

Es hasta normal que estén en el desquicie total. A la amnistía, los continuos avisos por parte de Europa en cuestiones económicas, la corrupción galopante, los koldos, las Pardo de Vera, los cortes de manga de Puigdemont, las sucesivas derrotas electorales, la repulsa de la calle… hacen que Sánchez (ya no tiene su Gusano que le abanique en las RRSS) se comporte como un hooligan de sí mismo, inexportable en cualquier democracia del mundo libre.

Ver a un jefe de gobierno presidiendo el banco azul amenazando al jefe de la oposición en plan macarra es un espectáculo tan denigrante como lo es ver a su ministra de Igualdad desgañitada y esquizoide. Que nadie se llame a engaño: es el barro putrefacto donde mejor se mueve Pedro Sánchez. ¿Recuerdan aquel muchacho que quiso ganar el Comité Federal del PSOE haciendo trampas? Pues es el mismo, ensanchado por las mentiras y por las sombras de presunta corrupción que acechan en su entorno.

Está acorralado por Koldo, Puigdemont, Ábalos, Marruecos, entre otros muchos. Bastaría que uno sólo de ellos largase para que el hombretón de pelo esculpido se viniera abajo como un mal suflé. Por eso busca esparcir su detritus por doquier, urbi et orbi, a cuantos más mejor.

Dicen por Moncloa que el señor presidente suele tener, con frecuencia, coléricos arrebatos de furia. Hasta ahí es normal, porque una mayoría del pueblo no le quiere (lo sabe), y su poder se tambalea como un equilibrista beodo en el alambre.

¿Solución? Utilizar todo el aparato del Estado, por las buenas o por lo militar, para buscar basura que arrojar a la cara de aquellos que ponen en peligro su poder. Núñez Feijóo en primer lugar y luego los que se tercien, con especial deleite en Díaz Ayuso.

El columnista sabe que los colegas de Sánchez en la Unión Europea ya le han tomado el número correcto y se han ido pasando uno a otro el vídeo de sus amenazas al jefe de la oposición desde su escaño.

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