La Policía se harta de Sánchez

Un agente de la Policía Nacional
Un agente de la Policía Nacional

Y le adjetiva de por lo menos conmilitón de los sediciosos. Lo último que filtran los allegados del ocupante ocasional de La Moncloa es que está esperando a que caiga la fruta madura, o sea Torra y el fugitivo de Waterloo. ¡Pero apañados están Sánchez, su gurucillo Redondo, que aún está convencido de que ha llegado al poder para salvar a España, y gentes como la inefable Calvo, que cuenta sus apariciones públicas por desmanes contra la política digna y contra la gramática del catón! Apañados. Recaigan en cómo son las cosas en el entorno del inerte presidente que el viernes, en vez de ocuparse en construir una estrategia fiable para intervenir el espacio territorial de los sediciosos, los fontaneros del todavía presidente tuvieron que centrarse en dos rumores tóxicos; uno, que el Gobierno mismamente iba a aplicar el artículo 112 de la Constitución para, con el auxilio de la Diputación Permanente del Congreso, decretar el estado de alarma en Cataluña. Otro, un bulo igualmente asombroso llegado precisamente del lugar de los hechos: que los violentos de Torra se disponían a tomar el Parlamento regional.

Lo curioso es que ambas especies eran tomadas como creíbles, entre otras cosas porque los Cuerpos de Seguridad del Estado ni siquiera se molestaban en desmentirlas. Es tal el grado de antipatía que profesan la Policía y la Guardia Civil a su jefe máximo, el extinto juez Marlaska, que únicamente, según testimonio de un dirigentes sindical, están dispuestos a luchar con todas sus fuerzas contra las algaradas asesinas, no a engordar la estrategia tancredista que, al mando de Sánchez, está realizando el Gobierno en funciones, más en funciones que nunca, de la Nación. Información directa.

La estrategia suicida de la que, día a día, se van conociendo más datos. Por ejemplo, éste: ¿Sabían que hace diez días el cocinero de ninguna estrella del Centro de Investigaciones Socialistas, antes Sociológicas, anunció ante quien quisiera escucharle que ya tenía efectuado el “trabajo de campo” de una monumental encuesta preelectoral y que, en consecuencia, antes de este fin de semana, daría a conocer los resultados de su espionaje? ¿Por qué no ha cumplido con su palabra? En el propio CIS, los pocos que quedan tras la “liquidación Tezanos”, no entienden la demora, pero deberían entenderla porque, como decía aquel Franco a punto de abandonar su tumba de siempre: “Las cosas o no se entienden o se entienden demasiado bien”. Porque, ¿será capaz de publicar Tezanos un sondeo en abierta contradicción con los privados?

Gentes cercanas a La Moncloa sugieren que este sociólogo de pacotilla es el culpable de la decisión más errónea, y mira que ha tomado muchas, articulada por Sánchez: la convocatoria de elecciones. Hay incluso quien afirma sin ambages, que Tezanos y el gurucillo de guardia, le han proporcionado a su preboste unos datos electorales manipulados. Esta no es una estimación del cronista, sino que pertenece a un reputado demóscopo que conoce muy bien cómo se las gastan los colaboradores de Sánchez ya citados. Son también (Marlaska, no se engañen, es un cero a la izquierda) los que han dibujado el futuro electoral del aún presidente sobre dos elementos; el primero, el cansancio, que en su opinión, ya está anidando sobre los cuerpos de los violentos de Torra; el segundo, la esperanza de que Esquerra Republicana de Cataluña desde la cárcel ordene la defenestración de Torra, el susodicho alterador del orden. Pero ninguna de estas dos posibilidades está ocurriendo: los mozalbetes violentos de Torra están dispuestos a seguir ocupando Barcelona de parte a parte hasta que se marchen los odiados policías y, por otro lado, Torra ni va a dimitir, ni va a facilitar sus sustitución. En la vida normal, lo peor que se gasta, lo más peligroso, es un tonto con iniciativa. Este es el caso.

Y mientras la revolución enciende la Ciudad Condal y Sánchez, estulto y rehén de sus agresores, se queda quieto a puerta gayola, la ciudadanía a la que el interfecto le exige que le “pida la intervención”, sigue difundiendo por sus redes compradas que no está haciendo otra cosa que la que hizo Macron con los lazos amarillos. Mentira; Macron sacó el Ejército a las calles. Este no lo hará y así se ha transformado en por los menos conmilitón de los armados sediciosos.

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