El patetismo de la izquierda española

El patetismo de la izquierda española
El patetismo de la izquierda española

El líder del Partido Sanchista Otrora Español, de nombre Pedro, siempre ha estado encantado de conocerse. Cada vez que se mira al espejo, ve a un chamán. Tan sólo le falta el disfraz de bisonte con el que Jacob Chansley irrumpió hace casi un año el Capitolio. Sánchez siente en sus carnes el mismo mesianismo con el que la gracia divina gratifica a unos pocos. De hecho, la banda de palmeros que lo rodean le ha hecho creer que hay una explicación cabalística relacionada con él para entender la llegada de Olaf Scholz a la cancillería de Alemania.

Este domingo, el propio diario El País -absorbido también en su propia realidad distópica- aseguraba que la socialdemocracia ha vuelto a la primera línea en Europa después de cosechar innumerables derrotas electorales. Argumenta para ello la propia existencia de un presidente de izquierdas en los gobiernos de Alemania, España y Francia, si bien conviene recordar que en el país galo Emmanuel Macron se apeó corriendo del socialismo a la primera de cambio.

Actualmente, de los 27 estados miembros de la UE, sólo Portugal, Dinamarca, España, Suecia, Finlandia, Malta y ahora Alemania, tienen un gobierno de izquierda. Es decir, en sólo uno de cada cuatro países europeos hay gobierno socialista o de extrema izquierda, siendo el español el único con comunistas al frente de carteras ministeriales.

En Alemania, donde la izquierda ha estado fuera del poder durante más de 15 años, la victoria por la mínima de los socialistas se debió a los fallos garrafales de Angela Merkel durante su última legislatura, entre otros, sus guiños constantes a políticas realmente asentadas más en la izquierda ideológica que en los principios esenciales del centroderecha.

En Reino Unido, el laborismo ha estado fuera del poder durante más de una década, y en las elecciones recientes sufrió pérdidas punzantes en las principales regiones de clase trabajadora, donde su apoyo una vez fue profundo. Por su parte, en Francia, el Partido Socialista sigue sin recuperarse de la impopular presidencia de François Hollande y su desastrosa actuación en las elecciones posteriores. Desde entonces, Francia se ha movido cada vez más hacia la derecha, con una reducción del apoyo a los socialistas y otros partidos de izquierda.

Tampoco la crisis económica de 2008 sirvió para relanzar a los partidos de izquierdas. De hecho, Mariano Rajoy logró en España, a los tres años del cataclismo financiero, la mayor victoria electoral en 35 años para un partido de derechas.

Pero todo lo que viene ocurriendo en nuestro país no tiene nada que ver con lo acontecido en Alemania, ni con otros países europeos con gobiernos de izquierda. España ha sido antes el caballo de troya de la izquierda más recalcitrante, autoritaria y cavernícola del Foro de Sao Paulo en Latinoamérica que una extremidad de la izquierda moderada europea.

El gobierno español con Sánchez a la cabeza equivale a paro, pobreza, enfrentamiento, políticas radicales, globalismo, deuda pública, voracidad fiscal, intervencionismo, una lacra para los más jóvenes y lazos estrechos con los peores sátrapas del mundo. No hay gobierno de izquierdas en Europa que haya pulverizado los peores registros que ha cosechado Sánchez y su banda. Las políticas del gobierno socialcomunista español tienen más que ver con lo acometido por sus homólogos en Latinoamérica que en lugares como Noruega, Dinamarca o Finlandia.

No hay líder de la izquierda española con predicamento en el seno de Europa. El único que hay al frente de las instituciones, Josep Borrell, lleva muchos meses desacreditado por su tibieza con Cuba, su silencio con Nicaragua y su complicidad con Venezuela. Hasta dos premios Sajarov, los premios más importantes a defensores de los derechos humanos en la UE, los opositores cubanos Guillermo Fariñas y Berta Soler se han mostrado dispuestos a renunciar a sus galardones si la política de Borrell con Cuba sigue sin ser firme y contundente contra el gobierno de Díaz Canel.

Por todo ello, la izquierda en España no es referencia en modo alguno para ningún país europeo. Antes bien, ha importado todo el patetismo de la extrema izquierda bolivariana para hacerlo suyo y encontrar un dique de contención en los Pirineos de todos aquellos que miran con desdén y desconfianza a los representantes del Foro de Sao Paulo en el gobierno español.

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