‘Pamtomima’

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España grita la dimisión de Pam, y Pam se ríe de los que piden que dimita con la misma solvencia con la que ridiculiza, sonrisa en ristre, a las víctimas que su incompetencia política provoca, mujeres que lamentan el momento en que su indigencia profesional sentó las posaderas en prescindible ministerio junto a las de su protectora, la ministra consorte, Irene Montero.

A estas alturas, sabemos que el Ministerio de Igualdad es la casa pública donde parasita la indigencia intelectual del 15M. Tan cómodas en la cosa presupuestaria, han descubierto que vivir del cuento es rentable. En su socialismo inmoral y factual, les pone ver pobreza en las calles, y así, facturan nuevas víctimas con la que excusar la creación de más organismos públicos y seguir colocando a la chupipandi.

Pam, en la efervescencia sarcástica, piensa que el feminismo es ella. Empoderada, se permite ironizar sobre violadores que salen a la calle antes de tiempo gracias a la ley infecta que la banda de ninis perpetró sin escucha ni consulta. Aplican el relato infame de quien busca esconder su incompetencia profesional: la sociedad no sabe interpretar su envidiable genialidad política, concluyen entre ellas.

Las víctimas son el parapeto a la constante negligencia. La banda de ninis, en realidad, no cree en nada que no rentabilice su cuenta corriente. Tengámoslo claro: el negocio es la causa. El problema de los asesinatos nunca se resolverá, porque la maldad humana es castigable, pero no legislable.

Sin embargo, la cohorte de amigas que lidera, y no modera, Irene, necesitan estirar el problema de manera infinita para justificar el trinque. Requieren, para disponer del dispendio presupuestario, que haya fallecidos y así su chiringuito victimista no se cierre. Si uno analiza sus discursos después de cada muerte, comprobará una secuencia clara que no soluciona nada, pero dice mucho: todos sus esfuerzos para solventar las tragedias son futuribles: «No descansaremos», «no pararemos», «no permitiremos», en una declaración evidente de que su idea no es acabar con la cuestión, sino eternizarla. Representan la escenificación perfecta de esta legislatura Pamtomima en la que hasta Sánchez parece sensato al lado de su mesnada de sabias. ¡Qué largo se nos va a hacer el año!

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