Los niños «fachas» que apoyan a la selección

Que Francina Armengol, el alcalde socialista de Palma y los lobbies educativos baleares, casi todos en manos del separatismo, hayan apoyado a la profesora fanática que considera que la bandera española es «un trapo» es lo habitual. Lo raro es que no hayan pedido la expulsión definitiva de los 30 niños traumatizados por el comportamiento radical de esta docente. Los socialistas de las islas, en manos de los pancatalanistas de las Baleares, humillarán a quién haga falta para seguir en el poder. Y el independentismo ha demostrado, como se está viendo en el linchamiento que están sufriendo los padres de los alumnos, que no tiene ningún tipo de piedad con quiénes defienden los símbolos nacionales comunes a todos los españoles. Y piensan que estos niños son unos «fachas» por apoyar a nuestra selección en el Mundial.
Si el colegio La Salle de Palma tuviera un mínimo de decencia despediría a la docente del «trapo», pero me temo que no lo harán, porque está lleno de profesores separatistas. Recordemos que en octubre de 2017 30 maestros de este centro escolar firmaron un manifiesto en contra de la aplicación del 155 en Cataluña. De hecho, la dirección del centro se ha puesto del lado de la profesora del «trapo» y ha acusado a los niños de violar «las normas de convivencia del centro». Llamar «trapo» a la bandera nacional se ve que no «viola» ninguna “norma de convivencia”. Nada nuevo, insisto, Cataluña está llena de colegios religiosos que han ido más allá que muchas escuelas públicas a la hora de amparar y defender comportamientos de docentes separatistas.
Si ustedes bucean en el archivo de Dolça Catalunya, el blog de referencia de la resistencia al separatismo, verán un buen número de artículos sobre escuelas religiosas, sacerdotes, parroquias y obispos que se han vendido al separatismo catalán. Hay dos constantes dentro del independentismo: la manipulación de la Iglesia para sus fines políticos, y el uso de los niños como elemento de adoctrinamiento y de propaganda. De ahí que multitud de escuelas públicas y privadas tengan, en sus fachadas, en sus alrededores o dentro del centro escolar símbolos, consignas o símbolos separatistas. Muchos de ellos son pintadas hechas por activistas que nunca son borradas por las direcciones de las escuelas ni por los ayuntamientos. Y, en otros casos, como en el Instituto de Vic y otros de la Cataluña interior en los momentos álgidos del procés había directamente esteladas o lazos amarillos colgados en la fachada principal.
Hemos visto funciones escolares navideñas con esteladas y otros símbolos separatistas, cabalgatas de reyes con lazos amarillos, concursos infantiles con dibujos con motivos secesionistas, docentes llevando en su indumentaria mensajes o motivos independentistas. También hemos tenido que escandalizarnos viendo a niños sentados en autopistas para cortarlas, niños uniformados con esteladas en manifestaciones, cuentos infantiles con mensajes en contra de la Policía y a favor del independentismo, programas infantiles de la televisión de la Generalitat con mensajes secesionistas…
Lo de castigar a los niños de La Salle de Palma por colgar una bandera española en la clase para animar a la selección es la otra cara de la moneda separatista: si hubieran colgado una estelada seguro que no habrían expulsado a 30 alumnos del aula. Con suerte, habrían quitado la bandera separatista y les habrían dado una ligera reprimenda. Pero, y es mi opinión y la defenderé por mucho que diga la dirección del centro, como era la bandera nacional, han montado un aquelarre en el que la profesora que piensa que es un «trapo» es inocente y los alumnos son culpables. Porque en la media España que controla el separatismo defender la rojigualda es, siempre, sinónimo de culpabilidad. Y en Baleares, con la educación controlada por el pancatalanismo independentista, lo cómodo es ponerse al lado de los secesionistas.