Nadie ha pervertido más el papel de la acusación popular que el PSOE, Bolaños
El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, pretende poner coto al papel de la acusación popular con un argumento que provoca escalofríos: «Lo que quieren es perseguir a personas progresistas y a sus familias y, por tanto, este es un asunto que tenemos que analizar y que, cuando tengamos respuesta, la explicaremos públicamente». No hay que ser muy sagaz para interpretar lo que ha querido decir el ministro: que hay que maniatar a todo aquel que pretenda denunciar los escándalos de corrupción que rodean al Gobierno, pues, en su opinión, se está «pervirtiendo» el «espíritu» de la acusación popular por las «organizaciones ultraderechistas».
Bolaños ha recordado que su regulación «se ha de remitir a la ley, en este caso la Ley de Enjuiciamiento Criminal». Lo que no ha dicho Bolaños es que la izquierda -y más concretamente, el PSOE, su partido- se erige en acusación popular contra políticos de derechas cuando le interesa.
Salvo que el ministro pretenda hacer creer que cuando su partido ejerce la acusación popular en el caso vinculado al novio de Isabel Díaz Ayuso lo hace por un impagable afán de justicia y cuando lo hacen formaciones políticas de derechas en casos que afectan al PSOE se mueven por bastardos intereses políticos. Vamos a ver, Bolaños, que ya somos mayorcitos: no ha habido caso en el que se viera afectado algún dirigente del PP en el que el PSOE como partido no haya pretendido ejercer la acusación popular para sacar un rédito político. Eso de que lo que se busca es «perseguir a personas progresistas y sus familias» es de una gigantesca pobreza argumental. O sea, ministro, que cuando la acusación popular la ejercen partidos de izquierda no es para perseguir a personas de derechas y sus familias, pero cuando es a la inversa se está pervirtiendo el espíritu de la acusación popular. Toda una lección de hipocresía y de sectarismo político