Moncloa ‘House of Cards’

Una de las ventajas de haber sido jefe de gabinete de un gobierno sumido en la fantasía, que es aún peor que la utopía, es hacer creer a tu jefe que la realidad se gobierna de igual manera que la ficción, y que el escenario nacional es un inmenso guión preparado para que todo parecido con lo tangible sea sólo una mera ilusión. Así se ha operado en la casa del presidente del Gobierno desde que alguien le convenció para dirigir este cortijo como si fuera el plató de Netflix. Ese alguien ya no está, pero su legado en fondo y forma sigue operando en esa consultora de marketing malo y eslóganes perversos creada en Ferraz y criada en Moncloa.
En uno de los capítulos de la serie favorita de los fontaneros monclovitas, y que explica lo que está sucediendo en España, el presidente Underwood, acosado por la corrupción y por las investigaciones mediáticas sobre los delitos cometidos bajo su impronta y mandato, que fueron muchos, genera, con su toque maquiavélico habitual, una cortina de humo basada en el terror, con el objetivo de confundir a la población sobre lo que es verdad y no es, convirtiendo una estrategia gubernamental de bulos y mentiras en un escudo protector frente a los poderes del Estado. Para ello, utiliza todos los recursos y resortes ilegales a su alcance: contra la judicatura, los periodistas, la oposición política y las instituciones democráticas que osen oponerse a sus propósitos. Nada obstaculiza los deseos de un autócrata cuando de mantener el dominio se trata.
En uno de los capítulos de la quinta temporada se la serie, se inventan los inquilinos de la Casa Blanca una guerra que no existe para obtener más poderes presidenciales, y articulan una estrategia trilera con la que intoxicar a la población a base de engaños permanentes, hasta el punto de llegar a alterar el resultado electoral para conservar el poder. ¿Les suena ese método de ir con la picha fuera sin que nada importe a sus creadores? Como si fueran los redactores de discursos de Pedro, a los guionistas de Hollywood se les ocurrió pensar que sería bueno que el matrimonio Underwood, Frank y Claire, como hacen hoy Pedro y Begoña, dedicaran sus esfuerzos, una vez pillados en plena ilegalidad constante y sonante, a condicionar a la opinión pública a través de una campaña de propaganda para achacar a sus adversarios un intento de golpe de Estado, culparles de la decadencia democrática que ellos mismos han generado y atornillarse a la poltrona mediante el uso y abuso de las cloacas del Estado. Nada parecía real, hasta que el poder lo hacía real. Uno se preguntaba cuando vio la aclamada serie en qué momento podía acontecer una situación en la que la población aceptara esa concepción del poder sin que ninguna reacción sucediese al despotismo. Ya tenemos la respuesta en la España de Pedro y Begoña Underwood.
El riesgo de desinformación es mayor cuando la información la controla el gobierno y el peligro de caer en la red de mentiras que eso conlleva aumenta cuando de dicho control dependen las estructuras de poder que generan el caos de relatos y bulos. La mafia mediática y los periodistas afines al PSOE se han dedicado a acusar al adversario político y a instituciones libres e independientes de querer asesinar al presidente. Seguramente han visto demasiadas series de ficción y saben que, en esa ilusión creada, de confusión, mentiras y ventilador de mierdas relatadas, la maldad predomina en el caos informativo y político. Nunca hubo un plan de gobierno propio en Sánchez, salvo crear una tupida red de intereses con las que proteger lo que más quería, ya tiene y no quiere soltar, aunque ello lleve a la destrucción de la nación, la democracia y la libertad. Como hizo su homólogo en la ficción.
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