Mohamed VI utiliza a Sánchez como tonto útil para doblegar la resistencia francesa sobre el Sáhara

El viaje que de forma sorpresiva llevará a Pedro Sánchez a Marruecos responde a la estrategia del rey Mohamed VI de doblegar la resistencia francesa a su plan sobre el Sáhara. Una vez que el monarca marroquí convenció al presidente del Gobierno -no se sabe si utilizando la información contenida en su móvil espiado- de que España debía cambiar su posición sobre la ex colonia española para apoyar el plan de Rabat, los intentos de Marruecos pasan ahora por convencer al presidente francés, Emmanuel Macron, que es reticente a pasar por el aro. Francia no está por la labor de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara y ambas naciones atraviesan desde hace meses una crisis en sus relaciones diplomáticas. Rabat pretende presionar a París utilizando como tonto útil la figura del presidente del Gobierno de España, que se ha prestado a la maniobra.
Francia está jugando una posición mucho más cauta en el asunto del Sáhara, porque París no quiere romper sus relaciones con Argelia, una nación a la que le unen vínculos que Macron se resiste a que salten por los aires. Nada que ver con Sánchez, que en 24 horas cambió la postura de España sobre el Sáhara provocando la inmediata respuesta de Argel. Argelia ha cerrado la puerta en las narices del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y ha tomado buena nota de la traición de Sánchez al congelar las relaciones comerciales con España. Está todavía por ver qué ha sacado Pedro Sánchez con su permanente sumisión a Marruecos, porque Rabat sigue tratando al presidente del Gobierno como una marioneta. Ahora Sánchez vuela a Rabat para prestarse al plan de presión marroquí sobre Macron, pero el presidente de Francia permanece impasible y soporta las presiones mientras el jefe del Ejecutivo español se comporta como un lacayo de Rabat, cumpliendo dócilmente el guion que le ha marcado el rey Mohamed VI.