Opinión

‘L’adulatore innamorato’

Mientras la Justicia aprieta las tuercas -la Audiencia Provincial de Badajoz ha dado su visto bueno a que la juez instructora del caso del hermano de Pedro Sánchez analice los miles de correos electrónicos de David Azagra y del resto de altos cargos de la Diputación imputados-, el socialismo hace gala de una grimosa veneración al músico que no pisaba su puesto de trabajo. En un auto de 29 páginas, el tribunal desestima el recurso de apelación de los imputados y confirma la resolución. «No puede compartirse que la intervención [incautar y analizar los emails] no sea idónea por el hecho de que la documentación aportada por la Diputación sea completa y suficiente», indica el auto de la Sección Primera de la citada audiencia. No estamos, prosigue el texto dispositivo, ante una investigación «prospectiva». Más claro, agua.

El presidente de la Diputación, el socialista Miguel Ángel Gallardo, también imputado, impugnó la medida adoptada por la juez en julio, alegando que era intrusiva. Pues la Audiencia Provincial no piensa lo mismo: «La resolución recurrida -subraya- ha sido exquisitamente cuidadosa con la determinación del ámbito afectado, contra lo que dispone el recurso. No podemos sino refrendar dicha motivación sin encontrar esa indeterminación y vulneración que refleja sin mayor justificación el recurso». Y mientras tanto, el referido Miguel Ángel Gallardo, perejil de todas las salsas de un caso que promete, sigue con sus encendidas lisonjas al hermano de Sánchez, al que pone al mismo nivel de Verdi, Mozart o Puccini. «Enhorabuena por enamorarnos de la Ópera», ha dicho.

Hombre, para enamorarse de la ópera no hacía falta contratar al hermano de Sánchez y mucho menos en las condiciones en las que fue contratado. Bastaba con educar el oído. Es más: ni Verdi, ni Mozart ni Puccini disfrutaron de un trato de favor semejante al dispensado al hermano del presidente. Tuvieron todos ellos vidas complicadas, desde luego mucho más que su protegido David Sánchez. Este Miguel Ángel Gallardo da para un título operístico: L’adulatore innamorato.