Una investidura fallida no tiene por qué ser una oportunidad perdida

Una investidura fallida no tiene por qué ser una oportunidad perdida

Muy probablemente el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo que hoy comienza en el Congreso de los Diputados resulte fallido desde un punto de vista cuantitativo, porque el líder del PP no logrará los apoyos suficientes para ser designado presidente del Gobierno. Pero en una democracia, lo cualitativo -más allá del número de votos- adquiere una trascendencia que, en circunstancias como las que atraviesa España, adquiere una dimensión extraordinaria.

Feijóo puede y debe aprovechar el debate de investidura para fijar la posición de su partido ante el más grave desafío al régimen del 78 que ha vivido la nación española, con el agravante de que la amenaza que se cierne sobre el Estado de Derecho la dirige y alienta el mismísimo presidente en funciones del Gobierno de España, un caso ciertamente insólito en cualquier democracia occidental. No hay precedentes de una retroalimentación tan bastarda de intereses entre un jefe de Gobierno y las formaciones que han declarado su voluntad expresa de romper la unidad nacional, por lo que Feijóo puede erigirse hoy ante millones de españoles en garante del Estado de Derecho -ahí es nada-sobre el que pivota el régimen constitucional que Sánchez y los separatistas están dispuestos a dinamitar.

Si acierta a trasladar a la sociedad española el mensaje de que existe un riesgo evidente sobre la democracia española y expresa con convicción su voluntad inalterable de erigirse en defensor del marco constitucional alentando a los españoles a tomar conciencia crítica de la situación, Feijóo podrá fracasar en su voluntad de ser presidente del Gobierno, pero podrá liderar la respuesta de millones españoles contrarios al ignominioso plan de ruptura institucional promovido por el socialcomunismo y el separatismo. No es un reto menor y Feijóo habrá de tener muy claro quienes son los enemigos de España y quienes pueden ser sus potenciales aliados en la defensa del régimen del 78. Por eso, la presumible investidura fallida del presidente del PP no tiene por qué ser una oportunidad perdida. Más bien todo lo contrario.

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