Iceta, los sueños de un bailón

El panorama está confuso. Hay demasiado político con dos caras. Salvo la gente de C´S, que parece ir de frente, estamos en manos de burócratas y engañabobos. Siendo cromos repetidos del dios Jano, proliferan los heraldos del mamoneo. Estos vendedores de ocasión son seres absolutamente vacíos que por no creer, no creen ni en las cosas que predican. Como buenos hijos de la vulgaridad, siembran el odio, revientan las debilitadas esperanzas y se mofan del porvenir de los españoles. Han logrado que todos nuestros sueños se hayan ido a tomar por saco.
Habitamos un mundo sin poetas. La política hilvanada con promesas falsas e increíbles jamás dará, ni por chiripa, un reintegro del gordo navideño. Charles Darwin, en su vejez, dejó escrito: «Si tuviera que volver a vivir mi vida, me obligaría a releer los versos que he olvidado». A ese político bailón llamado Miquel Iceta, hábil espía catalán, mitad ángel promiscuo, mitad demonio ridículo, le vendrían de lujo leer estos versos de Pablo Neruda: “¿Es verdad que vuela de noche sobre mi patria un cóndor negro?”. Dicho agente doble, al ser pseudoindependentista y socialista a conveniencia, los apreciará.
Bailón de cuerpo, más alma de cuplé, tanto le da la sardana como el mambo. Semejante experto en fracasos tripartitos, ahora dedica sus horas libres a la recolección de votos. Se ha empeñado en dinamitar económicamente a España con la ayuda del cisne Sánchez, a quien le tiene comida la moral y poco falta para que lo desplume entero. Ambos planean, aparte de hacer el ganso, hacer desaparecer del mapa al PSOE histórico. Su lema para conquistar Cataluña rezuma bondad y sabiduría: “Mentir, pactar y volver a mentir”.
Cuentan malas lenguas que cuando este bailón llega a su casa cada noche, primero se quita las gafas, luego se mira en el espejo y, finalmente, exclama con orgullo: “¡Soy igual que él, soy igual que él, soy el nuevo Pujol!”. Alguien debería recomendarle un oculista. Porque sólo ese cómico sin fronteras de Puigdemont puede ser peor que aquel.