El ‘House of cards’ intransferible of ‘Dear Peter’

El 'House of cards' intransferible of 'Dear Peter'
El 'House of cards' intransferible of 'Dear Peter'

Esto afirmó Sánchez en el mismo momento parlamentario en el que se disponía a llegar al palacio de La Moncloa por la puerta de atrás: «La Ley no lo es todo…» Y se dispuso a actuar.

Tres años más tarde, la revista The Economist, el mismo medio en el que se apoya Moncloa cuando le conviene, certifica que España ha pasado de ser una “democracia plena” a una “democracia  defectuosa”. No habría más preguntas, señoría. Resulta todo tan obvio…

Veamos. La serie televisiva norteamericana más vista en el mundo, House of Cards, describe a un presidente USA (Frank Underwood), con la ayuda de su mujer (Claire), trapacero, sin escrúpulo alguno, donde todo justifica el fin, es decir, el poder. Un dirigente que utiliza el sistema democrático para reducirlo a cenizas en aras de una ambición enfermiza. Las Cámaras, el Tribunal Supremo, los medios de comunicación, las empresas públicas (incluso las privadas que se dejan), aniquila a los adversarios y competidores, utiliza los recursos del contribuyente para asuntos personales y no se para en barras a la hora de aplicar con ferocidad el conmigo o contra mí.

Tengo para mí que todavía (digo todavía) no conocemos de la misa la media de lo que Sánchez viene perpetrando en asuntos clave. Ha decidido convertir su acción en “secreto de Estado” hasta en los nimios procederes como su abusiva utilización del Falcon, los gastos reservados, los palacios propiedad de todos y sus contactos vespertinos con esa pléyade de ganapanes que están haciendo su agosto a costa de inflar cada día su inmarcesible ego, bien a través de productoras televisivas a los del botafumeiro como colocando a sus deudos en grupos de comunicación mediante transnacionales cuyos presidentes han doblado el espinazo en época de necesidad perentoria.

Burla al Supremo; el CIS lo ha convertido en su cueva particular; Correos en manos de un incompetente; RTVE de escándalo en escándalo donde no se guardan ni las formas; el Parlamento cabizbajo ante sus  exigencias de emperador ágrafo; mintiendo a los españoles con las decisiones de la UE; liquidando a los profesionales críticos… Y un largo suma y sigue ante el que este post se queda corto.

Cuando le echen del poder, si le echan. Cuando se levanten las alfombras, si se levantan. Cuando se puedan leer los legajos, si se leen, entonces tendremos cabal idea acerca de lo que ha supuesto Dear Peter para la historia de este país. Underwood terminó como acabó. Ya se sabe que la realidad suele superar a la ficción. Al final, el mal no gana siempre, y acaba como empezó, convertido en polvo, putrefacción y deshonra.

Salvando todas las circunstancias, obvias entre la primera potencia del mundo (todavía) y un pequeño país del sur de Europa, he decidido ejercitarme en el paralelismo en el acontecer de la cuarteada, reseca y fría España en el invierno carísimo de 2022.

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