Opinión

Gracias por vacunarme, Pedro

“Aquí hemos vacunado a todo el mundo, no hemos preguntado su origen, ni su creencia, ni lo que votaban” dijo Pedro Sánchez mientras recibía una entrevista masaje en TVE. Su Sanchidad es tan magnánimo que, además de pagar de su peculio el coste de las vacunas, como afirmó la diputada socialista Pilar Cancela -vacunas cuya compra no gestionó la Unión Europea, como malintencionadamente algunos fascistas quieren hacer creer, pero el Gobierno se encargó de aclarar haciendo lucir una enorme pegatina del «Gobierno de España» sobre la primera caja que llegó-; ahora encima nos la ha inoculado a todos sin distinción de nuestro origen, sin preguntarnos nuestras creencias y ni quiera hemos tenido que demostrar que habíamos votado a Pedro Sánchez Castejón, presidente del Gobierno de España por gracia de comunistas, golpistas, proetarras y bolivarianos. Todos te debemos la vida, Pedro. ¡Aplausos!

Cuando fuisteis a vacunaros cada uno visteis la cara amable de una enfermera de esas que se han dejado la piel luchando contra el virus, pero eso no era más que un espejismo, un trampantojo que no os dejaba ver que, en realidad, ha sido Pedro Sánchez el que ha manejado con pericia todas las jeringuillas. Sánchez condujo las furgonetas que las transportaron hasta los hospitales, pilotó los aviones que las trajeron a España, mezcló con sus propias manos los componentes químicos que contienen y fue él mismo quien, con su tesón, llevó a cabo las investigaciones que concluyeron con éxito en cada uno de los laboratorios que las han producido. Un esfuerzo como el que nunca jamás nadie había visto en el mundo. Unas capacidades de las que sólo dispone alguien tan privilegiado como él. Y encima guapo y con unos andares que no se veían desde que John Travolta interpretó a Tony Manero en Fiebre del sábado noche. ¡Más aplausos!

Aunque algunas personas de extrema derecha, cargados de odio, afirmen que a España las vacunas nos las suministra la Comisión Europea, que es quien ha negociado todos los contratos con los laboratorios e incluso ha financiado sus investigaciones como pago a cuenta de las vacunas adquiridas, todos sabemos que eso no es verdad, que los contratos los firmó Pedro Sánchez en persona. Tampoco es cierto, como malvadamente afirman esos fascistas odiadores profesionales, que sean las Comunidades Autónomas las que reciben las vacunas suministradas por la Comisión Europea, las administran y las inoculan a los ciudadanos, ya que la sanidad en España está transferida desde que José María Aznar culminó el proceso descentralizador transfiriendo esta competencia a las diez comunidades autónomas que quedaban pendientes; es público y notorio que de la vacunación no se han encargado ni Ayuso ni Feijóo, sino nuestro Supermán patrio, Pedro Sánchez Castejón. ¡Muchos más aplausos!

Es cierto que Pedro Sánchez también nos sube los impuestos sin preguntarnos a quién votamos; lleva el precio de la luz a récords históricos un día tras otro para todos los españoles, sin distinciones; traslada a etarras, que estos sí que votan todos a sus socios de Bildu, pero él no se lo pregunta ni nada. Sánchez situó a España a la cabeza de los países con más muertos por coronavirus por cada millón de habitantes y como líderes en número de sanitarios contagiados, pero ni de unos ni de otros miró sus votos. Su gestión de la crisis, con sus ilegales, sucesivos e interminables estados de alarma, nos convirtió en el país con más desempleo de la OCDE, superando en más del doble a la media y casi triplicándola en el caso de los más jóvenes, pero a ninguno de los parados les preguntó a quién votaban. Ni siquiera el odio y la crispación que Sánchez ha provocado en España contra todos aquellos que no le votamos a él ni y a sus socios comunistas, golpistas, secesionistas y proetarras, lo ha inducido Sánchez porque no le votamos, sino porque somos todos unos fascistas y nos lo merecemos. ¡Aplaudiendo hasta con las orejas!